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Las carencias prolongan la penitencia

Pep Biel controla un balón (Foto: Dani Marzo).
Manu González

No hay manera. Ni la goleada contra el Córdoba ni la situación más desahogada en la tabla permitieron que la afición de La Romareda disfrutara de un buen Real Zaragoza en casa. Si la temporada zaragocista se asemeja a una mala noche en una mala posada, parece que las pesadillas y los terrores nocturnos persistirán hasta el alba. Hasta la última jornada si se sigue así. El equipo aragonés prolongó ante un pobre Deportivo las carencias que ya se vieron ante el Alcorcón. La falta de ritmo en el juego fue una de ellas. Ni Eguaras en la zona de máquinas, ni Zapater o Raúl Guti pudieron hacer circular el balón con criterio. El juego se tornó plomizo y previsible. Ni ante los madrileños ni contra los gallegos se supo cómo meterles mano.

Falta de veneno arriba

Y eso que Víctor Fernández probó con Papunashvili en el once para meter desborde, electricidad... algo que rompiera la monotonía. Pero el georgiano aún no está para muchos trotes y aguantó poco más de una parte, sin hacer gran cosa. Arriba, Marc Gual y Álvaro Vázquez siguen atribulados. Ambos delanteros perdieron muchos balones, eligieron mal en ciertos momentos y, en el caso del primero, falló la mejor ocasión del partido. Los blanquillos contabilizaron 13 tiros totales, cinco de ellos entre los tres palos por sólo seis del Dépor, uno de ellos dentro, el del gol. Cristian Álvarez no hizo ninguna parada. Pero si tus delanteros no tienen chispa ni veneno... es muy difícil. Y la afición lo percibe y se desespera. Sólo Pep Biel, con tres buenos disparos que paró Dani Giménez, puso peligro real.

Y es que el duelo ante el Deportivo evidenció uno de los males del Real Zaragoza esta temporada: su falta de dominio en las áreas. En un partido soso, aburrido, Pedro aprovechó un error atrás de Nieto para fusilar al arquero local. Se dice que el fútbol es un juego de errores, y últimamente al Zaragoza le toca pagar siempre.

El nerviosismo de la afición

Todo esto lleva a un punto: cierto desquiciamiento de una afición que sólo ha visto cinco triunfos esta temporada. Una pesada losa. En algunos momentos se mascaba la tensión en la grada, unos nervios contenidos... salvo cuando desde la grada de animación se soltaban algunos exabruptos y cánticos en contra de algunos jugadores. Son las consecuencias de los infortunios de una temporada que se le está haciendo muy larga a todo el mundo...

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