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Una muestra de zaragocismo incondicional

La afición del Real Zaragoza (Foto: Daniel Marzo).
D.M.

El Real Zaragoza afronta las últimas jornadas del campeonato liguero todavía con la incógnita de si será capaz de mantener la categoría y lejos del objetivo inicial, que marcaba que el equipo debería luchar por el ascenso. Pese a todo, el estadio municipal de La Romareda sigue abarrotándose cada partido, para acoger más de 20.000 almas, como sucediera el pasado domingo en el encuentro frente al Alcorcón.

De entre todos ellos hay alguno que destaca. Lo sabrán bien todos los que en alguna ocasión se hayan acercado a recibir al autobús del equipo blanquillo en la previa de un partido. Lejos ya de los recibimientos masivos de la pasada campaña y el inicio de la presente, en la actualidad son mucho más discretos, con poco más de medio centenar de aficionados esperando a los suyos.

Sin embargo, uno no falla nunca. Un pequeño seguidor blanquillo que desde horas antes del partido se deja notar, acompañado por un megáfono con el que recita de memoria las canciones que habitualmente resuenan durante los partidos en La Romareda. La muestra más profundo de amor por los colores del Real Zaragoza.

Porque si es cierto lo que se dice, aquello de que el Real Zaragoza será lo que quiera su gente. Por aficionados como este pequeño, el club aragonés tiene la obligación de volver a la élite del fútbol español para competir cara a cara con los más grandes. Porque aficiones como la zaragocista son un patrimonio difícil de igualar.

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