Lágrimas de gigantes

Las lágrimas se apoderaron de La Romareda tras el pitido final. La derrota del Real Zaragoza ante el Numancia en el último suspiro, cuando la prórroga ya estaba ahí, destrozó a un vestuario desfondado, que lo había dejado todo en el campo para regresar donde este club merece estar.

Tanto las gradas del templo zaragocista como el césped no encontraban respuesta a tan cruel eliminación. La ilusión estaba desbordada y todos confiaban en que hoy Zaragoza volvería a vivir una noche mágico, como antaño. Pero todo dio un giro de 360 grados con el tanto de Diamanka en el descuento.
Un giro que terminó con unos jugadores rotos sobre el césped, conscientes del esfuerzo realizado para estar aquí y dolidos por no haber podido brindar la clasificación a los suyos. Las lagrimas se apoderaron de los jugadores blanquillos tras el partido, que no encontraban respuesta a lo sucedido después de tanto esfuerzo.
Es momento de soltar tensión, de asimilar lo ocurrido y, sobre todo, de mantener la unión para comenzar a construir el Zaragoza del próximo curso. Muy pronto volverá a brillar el sol.