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Albacete
0-0
Real Zaragoza

Un Zaragoza gris no inquieta al Albacete

Pombo pelea por un balón. (Foto: LFP)
Á. Montaner

Era una ruleta rusa saber qué Real Zaragoza saltaría al césped del Carlos Belmonte. Después de ser capaz de lo mejor ganando al Sporting a domicilio, y de lo peor perdiendo en casa contra el Cádiz, era una incógnita predecir qué versión saldría a jugar. Más, con la revolución en el once de Natxo González, que sentó a Zapater y colocó a Benito -entre otras decisiones- en el lateral izquierdo. 

El partido comenzó con el Albacete apretando. De hecho, no llegábamos al primer minuto de juego y sería el conjunto local el que tendría la primera ocasión clara del encuentro. Una buena triangulación terminó con un remate en el corazón del área que se fue ligeramente alto por la portería de Ratón
No eran buenas sensaciones y lo cierto es que el curso del partido refrendaría esa imagen. El Real Zaragoza estaba espeso y apenas se acercó en la primera parte al área del Albacete. Borja y Toquero estuvieron prácticamente desaparecidos y solo se les vio con cuentagotas. Para suerte del Real Zaragoza, el Albacete tampoco se acercó demasiado después de su ímpetu inicial. 
Las ocasiones claras se contaron con los dedos de una mano. Javi Ros tuvo una -la más clara del Zaragoza- que se marchó ligeramente desviada por el palo. Simone Grippo, en un saque de falta, mandó el balón al larguero y estuvo a punto de conseguir el 0-1. Ahí se acabó la producción ofensiva blanquilla.
Por parte de los manchegos, Espíndola tuvo la más clara de su equipo en una contra en la que recibió el balón y se quedó solo ante un Ratón que tapó muy bien, forzando que el delantero estrellase el cuero en el palo. El resto del encuentro fue puro centrocampismo, sin pena ni gloria para ninguno de los dos equipos. 

Más de lo mismo

En la segunda parte el Zaragoza parecía que daba un paso adelante, de hecho contuvo más los ataques del cuadro manchego. Pero de lo importante, de rematar y de terminar las jugadas, más de lo mismo. Mucha mecha y poca dinamita en un Zaragoza que no fue capaz de terminar casi ninguna jugada en el que los individualismos pesaron demasiado. 
Un ejemplo de ello fue Pombo. Ya le ocurrió en una acción en la primera mitad, en la que teniendo posesión en un contragolpe con Iglesias y Toquero a cada lado, decidió jugársela en solitario... y la perdió. Pues en la segunda parte volvió a cometer el mismo pecado. Teniendo opciones claras de pase sobre Borja o Vinicius, decidió disparar a puerta... y falló. 
Mientras tanto el peligro llegaba por la derecha, con un Delmás que volvió a estar muy presente arriba. De hecho, un pase tenso y raso sobre Vinicius desde su costado, casi pone el 0-1 en el marcador. Pero la defensa albaceteña estuvo más viva. El árbitro también colaboró con la desesperación blanquilla cuando, estando al lado, no vio -o no quiso ver- un claro penalti a Febas. 
La ocasión más clara también llegó bajo la batuta de Febas. Se llevó a toda la defensa en la corona del área y le dejó un balón de oro a Papu. Sin embargo, el georgiano le quiso dar demasiada curva a su disparo y el cuero se marchó alto por la portería de Nadal. Lo cierto es que, visto fríamente, el empate fue lo más justo de un partido gris del Real Zaragoza que, al menos, suma un punto. 

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