Alberto Zapater: La vuelta de la ilusión

Hacía tiempo que no se congregaban tantos aficionados para recibir a un jugador del Real Zaragoza en su presentación.

Y seguramente nadie recordará un paseo entre las oficinas del club y el estadio de La Romareda, tan largo. Los apenas cien metros que separan un lugar y el otro, se han convertido en un avispero de aficionados a la espera de Alberto Zapater. Y es que hace siete años, cuando el jugador partió camino a Italia, no existía el 'selfie'; quizá por eso, el centrocampista ha sido objeto de decenas de fotos desde las oficinas y también durante la presentación. Mientras, Narcís Juliá, que partía como acompañante de Zapater, acababa desesperando, decidido a esperar al jugador ya en La Romareda, mientras los encargados de prensa del club trataban de acelerar el paso de un Zapater atento con todos y cada uno de los aficionados que se lo han solicitado.
Una vez en sala de prensa, Alberto Zapater se ha mostrado notablemente nervioso. Ha tomado la palabra para tratar de convencer a los presentes de algo de lo que todos estaban ya convencidos: Zapater llega a trabajar como uno más. El jugador ha mostrado sus ganas y en cada respuesta, ha ido siempre más allá de de la pregunta, mientras frotaba nervioso su anillo de casado. Precisamente al recordar a sus más allegados, sobre todo a su padre, el bueno de Zapater se ha emocionado, sin llegar a dejar fluir las lágrimas que sí derramó en su marcha.
Ya en el césped, la primera impresión ha sido de asombro. No esperaba el jugador aragonés tal cantidad de gente congregada, unas cuatro mil personas que no han dejado de alentarle en su llegada. Ha habido tiempo para firmar mil y una bufandas y camisetas; para autofotos y más autofotos (para él y para los aficionados) y sobre todo, para recibir el cariño de una afición absolutamente entregada. Al más puro estilo turco, con la bufanda al cuello, Alberto Zapater ha tenido tiempo hasta de firmar su propia sombra. Y todo sin dejarse llevar por la emoción y evitando más de un resbalón, que el césped húmedo de La Romareda casi le hizo sufrir.
Tendrá, eso sí, que mejorar el toque de balón, pues entre los muchos que ha regalado el nuevo jugador del Real Zaragoza, al menos uno, ha salido en dirección contraria a la grada, aunque hoy eso no importaba, y la afición, estaba dispuesta a perdonar.