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Es Noticia

La famosa presión de La Romareda

Chesus Santamaría

Durante todo el tiempo que ha estado abierto el mercado de invierno, los responsables deportivos del Real Zaragoza no se han cansado de hablar de confianza, personalidad y valentía a la hora de describir el perfil de los fichajes. Juliá y compañía concretaban "Es importante que lleguen jugadores a los que no les pese jugar en La Romareda".

Narcís Juliá, profesional perfectamente habilitado por su pasado para hablar de la filosofía del Real Zaragoza y de los gustos de su afición, ha estado insistiendo en su discurso sobre varios aspectos que tienen que ver con lo que 'pesa' jugar con la camiseta del equipo aragonés y lo complicado que es aguantar el murmullo de La Romareda cuando las cosas van torcidas. Tiene claro que el truco para remontar el vuelo es superar estas dos cosas y una de las cosas que estás en sus manos como director deportivo es traer jugadores con mayor experiencia y personalidad.
Lógicamente, la misión no es sencilla. Las dificultades para fichar en Segunda a ese tipo de jugadores en peligro de extinción unido al control económico que impone la LFP hacen que no todos los perfiles de los nuevos sea eseLas esperanzas en este sentido están depositadas en dos jugadores en concreto: Manu Lanzarote (31) y Juan Culio (32). Los dos atesoran una gran experiencia y una gran trayectoria que les ha supuesto un master en personalidad. Lanzarote, con una infancia complicada en el barrio de La Mina, tiene puesto el sello del fútbol de la calle, domesticado en La Masía, pero rodado en los campos de Segunda y recientemente en Grecia. Culio también tiene el ADN 'canchero' propio de los argentinos que se han forjado en los potreros y con un amplio curriculum que le han hecho doctorarse en situaciones límite.
A partir de ahora van a pasar el test de La Romareda. Un test que no han pasado hombre duros como Apoño, Ayala y una larga lista de futbolista devorados por la presión y la ansiedad que emana el zaragocismo tras tres temporadas en la segunda y una década plagada de disgustos.
 

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