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Es Noticia
CD Mirandés
4-1
Real Valladolid CF

Del orgullo a la humillación

Chus Rodríguez

Al Pucela se le cala pronto. En cuestión de minutos se sabe qué día tiene el equipo. Frente al Oviedo, arranque fulgurante y como un ciclón en el Tartiere.  Victoria contundente e imagen de equipo serio y candidato al ascenso, directo o indirecto. Del orgullo en Asturias a la humillación en Anduva, donde los de Portugal volvían a tener una oportunidad de oro para engancharse a los de más arriba. Hubo decepción. Y de las gordas. El Mirandés le comió la tostada y el Real Valladolid no hizo nada por darle la vuelta a la situación. Hubo algún disparo, amagos de meterse en el partido...pero los pucelanos estuvieron erráticos y blandos. Con poco descaro y recordando más al equipo de los días oscuros en Zorrilla.

Portugal apostó por dar continuidad a Samuel y devolver a Mario Hermoso al lateral izquierdo. Cada jornada queda más confirmado que el madrileño luce como central y desluce en el costado, donde sufre él y sufre el equipo. Además, Mojica se muestra mucho menos solidario que cuando están Nikos o Chica, pero el Mirandés supo desde el pitido inicial por donde tenía que percutir. Sangalli hizo mucho daño y Hermoso poco tardó en derrumbarse.
Los balones sobrevolaban el centro del campo, pero no había juego en raso ni para Borja ni para Tiba. El gallego se peleó con medio Mirandés por vía aérea y el portugués apenas dejó  dos cambios de orientación irrelevantes en el partido. La línea de arriba intervino lo justo y necesario, con un tiro a puerta llegado el descanso. Fue de Juan Villar en el minuto 6, con una parada en dos tiempos de Raúl Fernández, bastante seguro durante todo el duelo. 
Cumplido el 16 de la primera parte, un centro de Johan Mojica complicó a Galán, que se fue al suelo tras intentar controlar el balón con el pecho. Se lió y, tirado sobre césped, el balón le tocó en el brazo. De los que se pitan muchas veces pero nunca al Real Valladolid. Intención hubo poca, pero el error del central fue manifiesto. El Pucela, inexcusable arbitralmente en Anduva, nunca ha ganado con González Fuertes, que siempre deja un sabor a soberbia que no gusta ni a los que ganan.
Con la caraja por bandera, el Real Valladolid tiró el partido por la borda en poco más de diez minutos, lo que tardaron Alain y Provencio y en batir a Kepa. Las dos jugadas llegaron por la banda izquierda. La primera, tras una falta cometida por Mario Hermoso, que se vio superado y optó por meter la pierna para interrumpir la ocasión del Mirandés. Terminó por generar una más peligrosa. Una falta que golpeó Alain Arroyo con veneno y que botó justo antes de introducirse en la portería vallisoletana. Solo diez minutos después, Provencio cabeceaba en plácida soledad un centro de nuevo desde el ataque derecho del Mirandés ante la pasividad de Hermoso y Mojica, que quedaron retratados mientras Portugal sacaba su libre para relatar el desastre.
El técnico, superado en el planteamiento por Terrazas, observó como la segunda parte comenzaba con dos latigazos del Real Valladolid que invitaban a soñar con la remontada. El más serio fue de Roger, en una buena jugada con otra intervención de mérito de Raúl, reivindicándose ante su ex equipo. Portugal relevó a Hermoso con más de media hora por delante. Al sufrimiento se sumaba una amarilla que hipotecaba al lateral, y la entrada de Guzmán Casaseca retrasó a Mojica. El colombiano mejoró en esa posición, aunque lo difícil era que no lo hubiese hecho.
Las pocas opciones de levantar el partido las enterró Álex García empujando a la red un balón que rebotó en Ion Vélez después de un centro desde el ataque, como no, derecho del Mirandés. Otra acción que reflejó la blandura con la que el Real Valladolid se plantó en Miranda. El cuarto fue obra de Aridane y de nuevo tras una irrisoria jugada con medio Pucela mirando y dejando hacer al rival. El penalti de Lázaro a Mojica, transformado por Guzmán, ni maquilló ni consoló. Un desastre que puede costar muy caro.
 

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