Del pollo de Malawi al 'txuletón' de Aldridge o las merluzas de Kodro

Dicen que los goles son amores. No hay mayor explosión de júbilo en un campo de fútbol que cuando el delantero local marca y la afición al unísono estalla al grito de ¡Gol! De ahí que un hecho sucedido en Malawi nos haya recordado en ElDesmarque Gipuzkoa lo que sucedía hace unos años cuando algún futbolista de la Real conseguía ver puerta.

Según una información de Deportes Cuatro, el Nyasa Big Bullets de Malawi lograba la victoria ante el Karonga United por un contundente 5-0 en un partido en el que el jugador Hassan Kajoke fue el más destacado. El delantero anotó dos goles en la victoria y logró ser galardonado con el premio de Hombre del Partido (MVP).

La sorpresa de Kajoke se produjo cuando al ir a recoger el premio se encontró con que el trofeo por ser el MVP era un pollo adulto vivo que recogió en una caja de cartón con la inscripción "Kajoke BB". Además, el pollo estaba pintado con dos rayas rojas para representar los colores tradicionales de la Super League.  

En la Real Sociedad también hubo futbolistas con premio. Fue el caso por ejemplo del británico John Aldridge. El delantero, que estuve del 1989 a 1991 en la entidad txuri urdin, se convirtió en el 'rey del txuletón'. Y es que cada vez marcaba la 'Peña Aldridge' de Andoain le regalaba una txuleta y una botella de vino de La Rioja.

En una visita que hizo a Donostia en 2015 aún recordaba la anécdota: "¡¡Oh, yes!!! La txuleta es increíble, que buena está, es fantástica, con un buen vino Rioja, buenísima".

También en la 1990-91 el futbolista de Newcastle Kevin Richardson tenía como premio un queso de Idiazabal cada vez que perforara la portería contraria o diera una asistencia. Un queso también era lo que recibía el tristemente fallecido Dalian Atkinson. Cómo olvidar la anécdota en la que su peña le regaló un queso Idiazábal como premio a sus actuaciones. Tras agradecer el hecho, Atkinson salió del local de la peña con su Porsche rojo, y mientras los aficionados le despedían se fijaron en que el coche se paraba, y salía un objeto disparado. Cuando el vehículo arrancó de nuevo se acercaron a ver qué era y resultó ser el queso que le acababan de regalar. 

La tradición continuó más adelante con otro killer, Meho Kodro. Un pescadero decidió regalarle al bosnio una merluza de la mayor calidad por cada tanto que anotara.