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Es Noticia

La principal diferencia que podría valer un título

ElDesmarque

El Real Madrid lidera la clasificación de LaLiga Santander a falta de pocas jornadas y en caso de superar al FC Barcelona el próximo domingo, podría dejar la competición doméstica vista para sentencia. En dicho camino hubo una diferencia que resultó siendo determinante: la gestión y el rendimiento de la segunda línea -los suplentes- del equipo blanco y lo hecho en Can Barça.

El equipo dirigido por Zidane se presentó a la primera jornada del torneo con un solo fichaje: Álvaro Morata. Además de él, Asensio y Coentrao, que volvían de cesión y Mariano, que subía desde el Castilla. Pareció poco y, dichos nombres no acabaron de convencer a la afición. Sin embargo, el míster estaba tranquilo. Durante el stage de pretemporada mantuvo una conversación personal con cada uno de sus jugadores y, a pesar de que algunos pensaban en salir, convenció a todos ellos para formar un gran grupo. No hicieron falta fichajes, ni director deportivo alguno, el francés tenía todo lo que quería. La planificación perfecta.
Sin embargo, en el Camp Nou, y tras un año sin poder fichar por sanción, se decidió reforzar al equipo. El equipo entrenador por Luis Enrique y comandado en la dirección deportiva por Robert Fernández, invirtió 122 millones de euros en seis fichajes: Cillessen (13 millones), Umtiti (25M), Digne (16M), André Gomes (35M), Dénis Suárez (3M) y Paco Alcácer (35M). Algo que su entrenador, a lo largo de la temporada, no consiguió gestionar. La segunda línea culé nunca respondió.
El último ejemplo se pudo ver en los cuartos de Champions League. Con Bale lesionado, Zidane pudo confiar en Isco, que se muestra a un gran nivel, y en Asensio, que llegó a marcar un gol. Luis Enrique, mientras, no pudo revolucionar a su equipo y, a pesar de introducir en el campo a Paco Alcácer, el delantero ex del Valencia no tuvo oportunidad para cambiar la eliminatoria.
Un caso más de lo sucedido durante la temporada en la que Zidane ha podido rotar, a veces incluso el once completo, sin miedo a perder el liderato. Una diferencia que, a buen seguro, bien podría valer un título.
 

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