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Anticuerpos verdiblancos, inmunidad de derbi

Expandir v
Periodista especializado en fútbol y baloncesto.

La humanidad se desangra infectada por el coronavirus y el Real Betis se consumía deportivamente a causa del virus de la inconstancia, de la falta de competitividad, de los errores individuales impropios de la élite. El malnacido coronavirus le dio, incluso, una estocada rastrera en los días previos a ElGranDerbi. Cuando parecía que había que activar el respirador y rezar, el cuadro de Manuel Pellegrini generó a borbotones anticuerpos verdiblancos para crear una inmunidad de derbi que lo vacuna de esperanza.

“Mil veces alanceado, pero nunca muerto”, que dejara dicho Oselito. “Nadie daba un duro por nosotros”, que inmortalizara un expresidente. El CurroBetis, que acuñara un veterano periodista sevillano. El momento adecuado para el resurgir de la puridad más absoluta del Real Betis.

Todos los planetas del fútbol se alineaban para que el Sevilla FC ratificara su supremacía en la eterna rivalidad hispalense: sólo 16 jugadores con ficha profesional, las dudas del último tropiezo ante el Levante y de una andadura errática por LaLiga Santander, la ausencia del aliento de su público y un rival enormemente competitivo que parece instalado en otro nivel.

Pero, hete ahí, que de la mayor dificultad salió lo mejor de este Betis insondable, para rescatar la ilusión de un beticismo exhausto de pequeñas decepciones, de una afición que, de súbito, encontró una justificación a su sentimiento irracional. “¿Por qué somos del Betis, papá? Por esto, niño, por esto”.

Jauría de lobos de derbi

En un nuevo abracadabra del destino bético, el orgullo se adentró en el espíritu de un equipo habitualmente pobre de ídem para convertirlo en una jauría de lobos de derbi. Justo lo que hacía falta para no morir a merced de un enemigo siempre con el colmillo retorcido en este tipo de batallas.

Lejos de la imagen ofrecida en demasiados partidos de esta misma temporada, y de otras anteriores, el bloque de Pellegrini se ganó el respeto de su afición, independientemente del resultado final, que debió llevar el apellido del triunfo. Completó una primera mitad casi impecable, supo rehacerse tras el brote de error que dio ventaja al Sevilla FC y tuvo la posibilidad cierta de decantar definitivamente el encuentro en varias ocasiones, incluido el penalti fallado por Fekir.

El bético que temía lo peor antes del encuentro, el que aún se sonrojaba con el papelito emborronado ante el Levante, el que siente que su corazón futbolístico ya ha hecho llaga de las derrotas, seguro que se levantó ayer tarde del sillón para gritar al cielo Mucho Betis. ElGranDerbi le trajo la vacuna de la esperanza y le hace soñar con que otro Betis es posible, en el césped y en la vida.

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