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Es Noticia

El romance de la novena provincia

Álvaro Borrego

¿Quién dijo que no se puede amar a 1.000 kilómetros de distancia? Ese es el lema que llevan impregnado los miles y miles de aficionados al Real Betis en la novena provincia, un territorio así llamado merced al predominio de los andaluces en Cataluña. Una comunidad en la que al conjunto verdiblanco recuperó aquellos latidos que parecían desfallecer cuando le tocó bajar hasta los infiernos, para luego paladear el sabor más dulce de la gloria.

Un regusto que siempre ha hecho bailar al equipo al son que marcan sus aficionados, aquellos mismos que hace casi dos décadas formaron un grupo de animación en busca de animar a los suyos aunque les separe un mundo, generando que cada vez que el Betis viaja a Cataluña lo haga como local. Si bien es cierto que este romance se inició hace mucho tiempo, quedó acentuado hace un lustro en la Nova Creu Alta de Sabadell, cuando se congregaron cerca de 5.000 almas. Contra la UE Llagostera, la cifra rondó una cantidad parecida. Sin embargo, el récord soñado quedó instaurado allá por 2015, cuando 8.000 aficionados se dieran cita en el Mini Estadi blaugrana, cuando más de la mitad de la grada coreó y cantó los goles de un triunfo histórico para una entidad que vagaba en la categoría de plata.

Un círculo que se cierra este viernes, en una de las citas más trascendentes de la última década, donde el Real Betis tiene ante sí la ansiada opción de consolidar su candidatura para ir a Europa un lustro después. Montilivi ya quedó impregnada de la fragancia bética en su periplo en segunda, cuando otros 4.000 aficionados béticos poblaron sus gradas. Una asistencia que espera ser similar esta jornada, donde los béticos de la novena provincia volverán a hacer que su equipo juegue de local a casi 1.000 kilómetros de distancia.

"Dicen que nunca hubo una afición tan convencida y entregada, como la que a su Betis siguió por tierras catalanas. Aquella misma en la que era tal la devoción, que abrazando al 'manquepierda' rechazaron la grandeza de un Barça campeón. Una población a la que no le importan los títulos de su vecino, por muchas noches de gloria que descoloquen sus sueños, pues dicen que el amor es ciego y en esa ceguera va impregnado el verde y el blanco que bombea sus latidos". 

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  1. Vicente de Utrera

    Y ahí estaba con mi hijo, sobrinos y hermanos ...