El bético puede respirar tranquilo

El bético puede respirar por fin tranquilo. Si no se unen esos planetas que en años fatídicos se han unido en contra del Betis, el bético podrá vivir otra temporada en la Primera División. No es matemático, pero sí una realidad. Un gol de Brasanac en la segunda parte vale para que el Betis sume por primera vez en esta Liga dos victorias seguidas, se aleje de forma definitiva del peligro y viva en paz deportiva. Hoy empieza el primer día del nuevo Betis.

Porque el bético no se merece sufrir como ha sufrido este año en una de las peores Ligas de la historia. Con 37 puntos y a falta de cinco jornadas, el Betis aventaja en 14 puntos al antepenúltimo, pero a los de abajo les cuesta un mundo no sumar de tres en tres, sino ya arrancar empates. Con Víctor Sánchez o sin Vïctor Sánchez, esa historia ya dependerá de los dirigentes y de Miguel Torrecilla. Si cumplen su palabra, el madrileño seguirá. El final de Liga puede ser un alivio o un problema, según se mire.
El Betis, tras ganar en Vigo, se olvidará de mirar hacia abajo para aspirar a quedar lo más arriba posible. Un buen puñado de euros dependerá de en qué posición queden los verdiblancos y las intenciones son, aunque sea difícil, llegar al décimo. Sin presión, el Betis es otro.
Hacía tiempo que el Betis no jugaba una primera parte tan vistosa. Quizás la del derbi ante el Sevilla, aunque ese día todo ese juego sí tuvo recompensa, lo que pasó después ya fue otra historia. Víctor apostó de nuevo en ataque por Álex Alegría y el apoyo de Joaquín, que jugó donde quiso y como quiso. Cómo fueron sus primeros 15 minutos que Berizzo decidió colocar a Radoja como marca en todo el campo.

La ausencia de Rubén Castro ya comienza a no ser noticia, pero Víctor, o quien sea, tendrá sus motivos para dejar en el banco al máximo artillero de la historia del Betis. Porque al Betis sólo le faltó en esa primera parte lo más importante del fútbol: el gol. Sin gol, el buen fútbol es una mentira. Sin gol, lograr dos victorias seguidas es una quimera. Y sin el canario, aunque no esté como en sus mejores tiempos, el gol es más difícil que llegue.

Ceballos y Joaquín

Joaquín se echó otra vez el equipo a la espalda y bien que lo agradeció Dani Ceballos. Ambos forman una conexión casi perfecta que hace mejores a sus compañeros, porque la pelota llega siempre bien, sin botes raros ni dos metros más o menos de donde uno está. El portuense provocó una estirada de Sergio Álvarez y su rechace no acabó en gol porque Álex Alegría no estuvo atento. El extremeño, que pelea como pocos, tiene ese hándicap que un delantero no debe tener: le cuesta un mundo hacer un gol. Tuvo dos claras ocasiones en ese primer tramo donde el Betis dio señales de vida. Ya hacía tiempo que no se le veía así.
Pero en ese fútbol de toque, posesión y con el Celta sin saber dónde estaba, un fallo de Joaquín, casi impensable, y a pesar del esfuerzo de Mandi, dejó solo a Bongonda ante Adán. Uno de esos fallos que han costado muy caros al Betis esta temporada, esas veces de las que habla Víctor de efectividad y eficacia en las áreas. El portero del Betis sí hizo su trabajo con una mano providencial ante el extremo del Celta. Un susto añadido tras un cabezazo de Jozabed que se marchó fuera por poco.
No hubiera sido justo que el Betis se marchara al descanso por debajo en el marcador, pero el fútbol entiende de goles, no de justicia. Por eso el bético disfrutó mucho más cuando Brasanac se convirtió en Sanabria, Alegría y Castro, todo en uno, con un cabezazo sensacional tras un perfecto centro de Durmisi. Una jugada como pocas veces se había visto esta temporada, con protagonismo favorable para el Betis.
El Celta, con muchos no titulares, intentó a la desesperada un empate que no mereció. Y que no llegó. Porque el Betis, por fin, por una vez, supo aguantar bien, con o sin balón, para respirar tras una temporada con muchos problemas. El nuevo Betis debe ser otra historia. Bien diferente, mucho mejor.
 

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