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El Molinón rima con salvación: las cuentas y el precedente

Los jugadores celebrando aquel triunfo vital en Gijón.
ElDesmarque

El estadio El Molinón tiene desde hace dos años y una pandemia un apellido que lo convierte en aún más mítico. Un apellido que embruja: El Molinón-Enrique Castro ‘Quini’. Antes era Quini quien visitaba en sus hoteles de concentración a los rivales que jugaban en Gijón como gesto de hospitalidad y camaradería. Ahora son los rivales los que van a visitarle a él en su nuevo rol de embajador eterno del feudo rojiblanco. Quini aún vivía cuando el Málaga jugó ante el Sporting con las castañas en el fuego. Corría abril de 2017. El equipo blanquiazul, entrenado entonces por Míchel, logró un triunfo vital para la permanencia en Primera. Tres años después puede certificar en el mismo escenario la continuidad matemática en Segunda. El Molinón rima con salvación.

Para conseguirla, los blanquiazules tiene que vencer sí o sí al Sporting. También dependen de que perdiera el Lugo y no ganara el Numancia, que juegan en casa el domingo ante el Girona y la Ponferradina, respectivamente. En el caso de empatar los lucenses y no ganar el Numancia, la permanencia ya no podría ser matemática porque existiría la opción de un triple empate a 52 puntos entre Lugo, Albacete y Málaga (en el caso de ganar los de Pellicer) en el que el más perjudicado sería el cuadro blanquiazul. Pero sumar tres puntos en Asturias daría la salvación virtual hagan lo que hagan el resto de equipos que componen el vagón de cola de LaLiga SmartBank. En ese sentido, El Molinón volvería a tener un valor simbólico como lo tuvo aquella vez con Míchel.

Es verdad que la dinámica era desoladora en aquel partido de hace tres años. El club relevó al Gato por el madrileño, que sumó 1 punto sobre 9 en su aterrizaje con señales preocupantes. El Málaga viajaba en situación de derribo a Gijón, que marcaba la frontera con el descenso. Una derrota lo empujaba al barro, y una victoria supondría un punto de inflexión. Se ganó con gol de Sandro. Y el equipo encadenó después seis triunfos en siete partidos gestando una racha preciosa y protagonizando los últimos días felices del club en la élite antes de bajar el año siguiente a Segunda.

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