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Javier Artero: un ascenso con el Málaga y una retirada por la esclerosis

Javier Artero López es uno de los miembros de aquel mítico Málaga que logró en 1998 un ascenso que cambió el destino de la entidad. Una noche de verano con el Terrasa como invitado a una fiesta que permitió al cuadro blanquiazul asomarse a Segunda y abrió paso a que, sólo una temporada después, el equipo regresara a Primera. Un 28 de agosto se sembró la semilla de un Málaga que ya nunca regresó al pozo de la Segunda B. Allí estaba Javier Artero (ver vídeo superior), que sólo jugó una temporada bajo el cobijo de La Rosaleda, pero le ha marcado para siempre. Después llegaron años en el extranjero hasta que con 27 años y siendo una estrella en el Dundee FC escocés, la esclerosis múltiple le arrebató el fútbol.

"El Málaga fue un reto increíble. Es verdad que era un equipo de Segunda B, pero era el Málaga. Llegué directo a la pretemporada en Sierra Nevada. No tuve tiempo de estar allí, había veraneado alguna vez con Valcarce (son amigos de la infancia) en Torremolinos. Recuerdo que cuando volvimos y vi La Rosaleda y la ciudad, era llegar de verdad al fútbol profesional. Era jugar por fin en un equipo grande, de una ciudad increíble. No era comparable", señala a ElDesmarque Málaga alguien que guarda contacto con miembros de aquella gesta: "Con Rafa hablo a menudo. Recuerdo a Bravo, a Basti, a Larrainzar. Recuerdo mucho y muy bien todo aquello. Había un muy buen vestuario".

Del día ante el Terrasa recuerda "a la ciudad en la calle" y "la tarde en el Ayuntamiento". "Fue algo grande de verdad", rememora alguien cuyo padre fue gerente del club en aquella misma temporada. Después de aquello, Artero, quien sigue pendiente de todo lo que se cuece en Málaga, pasó por el Badajoz, San Lorenzo (le entrenó el histórico Ruggeri) y terminó siendo un ídolo durante dos años en el Dundee. Al inicio del tercero, en plena pretemporada, le detectaron esclerosis múltiple y el fútbol se acabó para él a los 27. No la vida, la cual sigue disfrutando con las evidentes precauciones que deriva su enfermedad. Un luchador incansable que un día, junto a un equipo para la historia, tocó el cielo de Málaga con las manos.

Javier Artero, celebrando el ascenso del 98 y junto a Valcarce (Fotografías cedidas por Mariano Pozo).

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