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Un amistoso que acabó en guerra y que aún retumba en Holanda: "Nos esperaban con ladrillos"

Imagen del CD Málaga-Vitesse, con Muñoz Pérez, Salguero a su derecha, y Astorga al fondo (Foto: Gerth van Roden).
F.N. / D.M.

El 28 de febrero de 1978 se disputó en La Rosaleda un partido amistoso entre el extinto CD Málaga, entonces entrenado por el mito Viberti y que aquel año logró el ascenso a Primera, y el Vitesse holandés. Un encuentro que, precisamente, de amistoso tuvo poco, como aún se recuerda en aquellos lares. El cuadro tulipán decidió huir del frío invierno de su país y acogerse al calor de la Costa del Sol, donde además encontró una Rosaleda en la que poder competir ante el CD Málaga. Lo que pasó durante el partido, sobre todo en el tramo final, se acercó más a una batalla entre dos equipos que ni siquiera llegaron a terminar el encuentro. Lo cuenta detalladamente -y a su manera- en el rotativo neerlandés  'De Gelderlander' un exjugador que estuvo en aquella cita: Roel Zaaijer.

El Vitesse era un equipo semiprofesional en aquella época y de hecho Zaaijer, que era "pintor de casas", tuvo que tomarse una semana de vacaciones. Tras ese variopinto viaje se midieron las caras con el CD Málaga, que ganó 2-0 (goles de Aido y Manolito) y que no se cortó ante el juego bronco de los holandeses, que no fue capaz de frenar el colegiado reciente malogrado José González Torres. "Los españoles son personas de sangre caliente", cuenta Zaaijer, que vivió en primera persona cómo su entrenador saltaba al terreno de juego después de una importante gresca posterior al 2-0. Restaban 15 minutos entonces y, a falta de 10, el Vitesse se retiró de forma prematura a vestuarios.

El Vitesse se retiró de forma prematura a vestuarios a falta de diez minutos

"Las ventanas del vestuario se rompieron"

"Las ventanas del vestuario se rompieron. El hecho de que los aficionados nos esperaran fuera con ladrillos hace que la historia sea más bella. Todo se salió de control. Tuvimos que ir al autobús con escolta policial. Henk Bosveld, que era nuestro jugador estrella, tiró un zapato al cristal de una ventana del vestuario. Era de la talla 48 y esa ventana se rompió. Teníamos que pagarla, dijeron, pero no tengo idea de si eso sucedió alguna vez", concluye Zaaijer sobre un amistoso en La Rosaleda que casi terminó en tragedia.

Roel Zaaijer, quien relata la historia, a la derecha tratando de taponar un disparo.

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