El Málaga de Muñiz tapia La Rosaleda

Acumula este Málaga numerosas virtudes, de ahí que baile por el momento en su particular atalaya. Quizá la que más le identifica es ese carácter pétreo, con mención especial en La Rosaleda. Juan Ramón Muñiz ha logrado confeccionar un bloque compacto en todas sus líneas. El gol encajado en las cinco jornadas gastadas dan alcance de su distinguida labor en la zona defensiva. "Un trofeo Zamora, asciende. A veces, un Pichichi no. Para nosotros es importante dejar la portería a cero”, deslizaba el técnico asturiano hace unas semanas, que tiene cristalino por los cauces que quiere que vaya esta plantilla.

Un baluarte que el club malagueño refuerza en casa. Ni Munir ni Kieszek recogieron aún un balón de las porterías de Martiricos en LaLiga 1|2|3. Un valor significativo, solo al alcance de Mallorca y Deportivo transcurrido algo más de un mes de competición. Y no queda el fenómeno ahí. El conjunto blanquiazul consigue no encajar, pero también impide que el rival genere. De hecho, sobresale el encuentro ante el Tenerife, donde los isleños ni siquiera lanzaron entre los tres palos.

De los 15 puntos que posee en su casillero, nueve nacieron en casa. Ahí construye el Málaga un fortín básico para intentar recuperar su lugar natural. Aún no voló ninguno de Málaga, contándose todos los partidos en casa por triunfos. De los 22 equipos de LaLiga 1|2|3, solo los de Muñiz y el Mallorca ostentan esta distinción. Casualmente, los de Muñiz encabezan la tabla y los de Vicente Moreno ocupan el cuarto lugar. Realidad que evidencia la necesidad de echar el cerrojo en la portería en cualquier escenario, máxime en tu estadio.

Una fiabilidad como local que está espoleando a una afición necesitada de sonrisas. Una grada que camina al son del conjunto blanquiazul y que responde. La holgada victoria ante el Córdoba, primer triunfo amplio del curso, dio paso a una fiesta casi olvidada. Es uno de los pilares de este Málaga de Muñiz, que tapia La Rosaleda.