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Es Noticia

De Reus a Reus

Gráfica imagen hoy en el Ciutat de Valencia (Foto: Alberto Iranzo).
D. Marín

Duele. Y mucho. Duele ponerse delante del ordenador llorando como un niño y empezar a escribir el artículo que nunca te hubiera gustado escribir. La necrológica del Málaga tras una vida saludable en Primera que ha terminado con unos últimos meses de agonía. Sus huesos van a parar a Segunda División con la esperanza, ahora sin fundamento racional más que el activo de la ciudad y de su afición, de volver pronto al jardín que le pertenece. Han sido años maravillosos, maravillosos de verdad. Con altibajos, sí; con sinsabores, también; pero con felicidad durante el camino, que cuenta más que la propia meta; con estaciones doradas inimaginables y, no lo olviden, con una estabilidad deportiva que el club no ha tenido nunca en ninguna de sus historias.

Por eso hoy hay que estar tristes, y lo estamos muchísimo, pero también satisfechos por llevarnos lo vivido a pesar de la paulatina desazón que a todos nos ha embargado esta horrible temporada. Volver a vivir lo vivido es vivir dos veces, y no se trata de disfrutar de los recuerdos, que siempre perdurarán los buenos, ni de demostrar que el fin justifica los medios. No. Se trata de valorar, ahora que se ha perdido, lo que se ha tenido. Y a partir de ahí construir lo que añoramos. Volver a empezar por el principio. Y empezar bien, sin los renglones torcidos, con energía, y aprendiendo de los muchísimos errores que se han cometido.
Porque ha habido culpables. Muchos. Todos. No hay que obviar la responsabilidad directísima del presidente, ni la de los dos directores deportivos, ni la de los dos entrenadores, ni tampoco la de los treinta y tantos jugadores, porque ninguno o casi ninguno de ellos ha tenido capacidad ni de armar ni de rearmar un proyecto a la deriva desde antes de empezar y en el que se han tomado decisiones siempre tarde y mal. Y la toma de decisiones en tiempo y forma son más goles de los que parecen en el fútbol de élite.
Ahora hay tiempo por delante. Tiempo para tejer el proyecto. Tiempo para creer en el ascenso. Hoy empieza la operación retorno. Hay que volver a ilusionar al aficionado, que está desencantado, roto, y que en algunos casos duda sobre qué hacer el año que viene. Hay que reconquistar esos corazones hoy destrozados porque el descenso ya es una realidad. Y hacerlo con trabajo, con orden, con imaginación y con destreza. Hacen falta gladiadores comprometidos en los despachos y en la caseta, y un presidente que deje hacer a los que saben de qué va esto o que se eche a un lado. Que se tomen decisiones acertadas y previsoras, que se gestione el dinero con 'rácana' responsabilidad y que se construya un proyecto capaz de hacer subir al Málaga como un muelle, porque lo contrario sería un problema morrocotudo. El club está deslavazado y en la plantilla sobra el arroz y falta el pollo. Lo ideal es empezar por el principio, y asumir quiénes somos y dónde estamos. Y saber, sobre todas las cosas, que enfrente no estará mañana Marco Reus, como en la Champions, sino el Reus Desportiú, de Segunda División.
Volveremos.
 

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