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El clínic del Chory

D.M.

El Chory Castro estaba este verano en el disparadero de salida. A Míchel no le duele en prendas reconocer que no contaba con él, de hecho, apenas lo empleó en los primeros partidos. Pero la situación ha cambiado diametralmente, el uruguayo debutó esporádicamente en el Wanda, y ahora suma cuatro partidos consecutivos en el once titular, erigiéndose como un jugador clave. Este mediodía, ante el Deportivo, dio un auténtico clínic de fútbol.

Porque el Chory marcó el gol del empate cuando peor pintaba la cosa. Lo hizo a duras penas, poniendo todo detrás de la línea de la portería, pero marcó. Vale lo mismo. Luego, con los tres cambios ya agotados, tuvo que soportar todo el partido completo a pesar de los calambres en su gemelo izquierdo y sus problemas, dijo Míchel, en el abductor. “Acabó con el músculo en la oreja”, exageró el madrileño, que apostó por él para jugar de mediocentro junto a Adrián tras los cambios triunfales de la segunda parte.
El Chory cumplió con creces en una posición tan exigente, aportó oficio y experiencia, y templó el partido con magisterio y calidad. Dio un recital, sobre todo en los últimos minutos, absolutamente cojo, pero aportando recursos de utilidad en el campo, jugando con su cuerpo, amansando el partido y tirándose al suelo para ganar tiempo cuando la ocasión lo requirió. Y haciéndolo todo con sentido y alma.
“Tiene mucha calidad, ha seguido trabajando. Hay que respetarle su edad para buscarle la posición en el campo. Es muy útil para nosotros”, se descubrió Míchel, mientras que el propio Chory señaló, entre otras cosas, que “el músculo no aguantó y que le pasó factura el virus” que le había tenido en algodones durante la semana. Hoy dio un clínic.

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