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Del ascenso a Segunda B, a la gloria del Primer equipo

Póker de figuras. (Foto: Jorge Ramírez / Levante UD)
ElDesmarque

Al filo de las ocho de la mañana hacían acto de presencia por las inmediaciones del Estadio Ciutat de València. Zagalá, Pepelu, Tráver y Jason lucían los distintivos que les acreditan como jugadores vinculados al universo de la primera plantilla del Levante. Los cuatro jugadores han madrugado en la jornada de hoy lunes para incluirse entre los efectivos que trabajarán en el entorno de la primera plantilla en las fechas más próximas. El cuarteto ascendió al autobús y se desplazó hasta las instalaciones del Hotel Oliva Nova Golf junto al resto de los componentes del colectivo azulgrana. El tamaño de las sonrisas que exhibían les delataba y se convertía en una constatación, fiable y absoluta, del estado de excitación que atraviesan. Jason formará parte del grupo que lidera Lucas Alcaraz. Al resto el destino les presenta una excelente y diáfana oportunidad para conquistar el corazón del preparador azulgrana. Y no hay diques que mutilen a la esperanza en la pretemporada.

Es evidente que se han ganado ese derecho en virtud del rendimiento ofertado en el curso anterior en el ámbito del filial desde el interior de los límites que marca el terreno de juego. Es incuestionable que comparten infinidad de sueños ubicados en las trincheras de un fútbol menor. En sus alforjas hay ilusiones y emociones por descubrir en primera persona en un mundo todavía desconocido.
No obstante, las similitudes son más profundas después de la enriquecedora experiencia que implicó la conquista del ascenso a Segunda División B con el Atlético Levante después de abordar con decisión y valentía tres complejas e inolvidables eliminatorias ante el Atlético Tarazona, Palencia y Atlético Sanluqueño. Es evidente que la magnitud de ese rutilante triunfo mitiga la ausencia real de tiempo para descansar y desconectar de la rutina diaria después de recorrer conjuntamente un mes de junio terrorífico repleto de confrontaciones al filo de la guadaña.
Es posible recordar con exactitud las manos de acero de Zagalá en la acción definitiva que validó el regreso a la categoría de Bronce. Esa imagen capitaliza el catálogo de las ilustraciones del ascenso. Y no forma parte de un recuerdo excesivamente alejado el ciclo de los goles firmados por Tráver, ni las razzias endiabladas de Jason, un prototipo de jugador que no conoce el miedo, o la explosión de Pepelu en una escalada sobresaliente por los diferentes estratos que componen las categorías inferiores de la sociedad granota hasta coronar esa ascensión con la llegada al combinado nacional para representar a España en competición internacional.
Dos semanas después de festejar el ascenso a Segunda B regresan a la primera línea de fuego con el mayúsculo refuerzo de los hechos vividos y dispuestos a hacer ruido y a desafiar al destino. Quizás de fondo subyace una nueva variable que acentúa el notable poso que va adquiriendo el producto formado en la Ciudad Deportiva de Buñol.

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