La noche caía en Huelva y el duelo entre el Recreativo y el Levante avivaba su interés. El choque que inauguraba la secuencia de la eliminatoria de los dieciseisavos de Final de la Copa del Rey del curso 2013-2014 adquiría volumetría y forma. Todavía en el hotel de concentración de la escuadra granota, los futbolistas cumplimentaban con los postreros rituales previos al inicio de las confrontaciones oficiales.
Apenas unos minutos antes de partir rumbo hacia el Estadio Colombino los jugadores se aposentaron en la sala acondicionada para la charla definitiva. En ese espacio se consignan las últimas instrucciones tácticas y queda confirmado el nombre de los once jugadores que afrontarán la batalla en el interior del campo.
La estela de Víctor Camarasa se materializó para alcanzar una nueva dimensión. Caparrós comenzó la recitar la composición de la alineación y había un hueco para el joven jugador de la cantera azulgrana. Fue el 7 de diciembre de 2013.
Se cumple un año desde que Camarasa quedó ungido con la condición de titular con la elástica granota en un enfrentamiento revestido con carácter de oficialNo sabemos con certeza todo lo que aconteció y todo aquello que pasó por la mente del mediocentro en el recorrido que trasladó al bloque azulgrana al feudo del decano. El acentuado brillo de sus ojos denotaba el estado de excitación que embargaba a nuestro protagonista. Sí sabemos con certeza el comportamiento que mostró el centrocampista sobre el verde en su estreno como futbolista de facto del primer equipo. Camarasa se alineó junto a Simao en el eje de la medular con una clara vocación de estructurar y articular la vertiente ofensivo del juego blaugrana. El jugador se instaló en un punto del territorio que conocía con todo tipo de detalle. Acostumbraba a convertirse en el faro que guiaba cada movimiento del esférico sobre el verde. Conocía el medio, pese al salto de dimensiones. Ese era su cometido en el Juvenil División de Honor y a posteriori recreó esa tendencia en el filial.