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¡Sí, se puede!

Un lance del Málaga-Dépor.
Carlos Rosende

Humildad, confianza y valentía eran las tres palabras más repetidas en la previa del partido más importante de la temporada para el Deportivo: el desenlace de las semifinales del play off de ascenso en La Rosaleda. A esta cita los hombres dirigidos por José Luis Martí llegaban con una pequeña ventaja (4-2) conseguida en el duelo de ida celebrado en Riazor, donde mostraron aplomo, perseverancia y capacidad de reacción. En Málaga: resistir, resistir y resistir hasta que Álex Bergantiños, casi in extremis, batió a Munir con la complacencia del guardameta. La llama no se apaga.

De inicio, el técnico balear del cuadro herculino apostó por un once con tres permutas respecto al alineado el pasado sábado en A Coruña: confió en Bóveda, Matías Nahuel y Vicente en detrimento de David Simón, Borja Valle y Fede Cartabia. Por su parte, Víctor Sánchez del Amo renovó los laterales (Cifu y Juankar) y fió el éxito del Málaga a la doble 'H': Harper y Hicham.

Los locales salieron en tromba ante un Dépor incómodo desde el minuto 1. El equipo coruñés se posicionó en su propia frontal, no consiguió salir a la contra y perdió uno a uno todos los balones divididos. Ontiveros disfrutaría de la mejor ocasión en el arranque enviando a la madera un remate muy tocado desde el perfil izquierdo del área. Minutos después, el '17' malgastaría un libre directo desde la frontal. El guion de partido no era ni mucho menos el deseado.

Ontiveros castigó al Dépor durante todo el primer tiempo

Inmersos en semejante escenario, los herculinos solo consiguieron desprenderse del agobio en pequeñas fases. Cuando Edu consiguió hilar pases y Vicente participó en campo contrario, sus compañeros lo agradecieron. También ayudó Carlos, luchador con y sin balón. En ataque, tan solo la dejadez defensiva de Ontiveros descargó de tensión a un equipo acogotado en su área. Por la zona ocupada por el futbolista más talentoso del Málaga se estiró Bóveda, y Bergantiños, siempre atento a las vigilancias, controló la espalda del defensa vasco.

Al borde del descanso, Ontiveros, principio y fin del cuadro malacitano, enviaría al larguero un prodigioso disparo desde la frontal. Solo los palos evitaban que el Dépor fuese por detrás del marcador antes del paso por los vestuarios.

Un lance del partido entre el Málaga y el Dépor en La Rosaleda (Foto: LaLiga).

De poco serviría el entretiempo, porque los andaluces volvieron a entrar mejor al césped. Harper malograría un balón muerto en el segundo palo mientras los futbolistas del Málaga se llevaban las manos a la cabeza. Un suplicio.

Martí y Víctor comenzaron a mover sus piezas. Fede Cartabia y Borja Valle aportaron savia nueva en tres cuartos de campo del Dépor, mientras Koné reemplazó a Harper en la punta del ataque malaguista buscando más desparpajo en los últimos metros. Quique González, de vuelta, sustituyó a Carlos Fernández.

Las ocasiones más claras continuaron siendo para los locales, empeñados desde el minuto 46 en atacar directo y en ejecutar todos los saques de banda al punto de penalti. Blanco obligaría a Dani Giménez a sacar una gran mano en el enésimo disparo de los de Víctor Sánchez.

Cuando el Málaga ya lo intentaba a la desesperada, Bergantiños, el gran capitán, se descolgó hasta la media luna rival, le pegó con toda la fe del mundo y Munir, incomprensiblemente, se introdujo el esférico en su propia portería. Gloria para un Dépor que solo tuvo que capear la agresividad local en unos últimos minutos de frustración, tanganas y golpes. ¡Lume!

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