Los que nunca fallan

La afición del Deportivo acompañó una tarde más a su equipo lejos de Riazor, y lo hizo con sufriendo un nuevo desenlace amargo, como viene siendo habitual durante casi toda la temporada, con excepciones puntuales como Gijón y Granada. El Sadar, un estadio de Primera, se tiñó de blanquiazul, pero el equipo volvió a no estar a la altura de las circunstancias ante el líder de la categoría de plata del fútbol español.

Nada se les puede reprochar a aquellos que acompañan al equipo allá donde juega, pues este curso han vuelto a animar incansablemente a una plantilla que, por el momento, solo les ha brindado tres triunfos fuera de su estadio: los mencionados ante el Sporting de Gijón y el Granada y el obtenido contra el Extremadura, próximo rival en Riazor, allá por el mes de agosto.

Hasta 37 peñas del Deportivo acudieron a presenciar in situ uno de los duelos más apetecibles del curso por la calidad del contrario, la confraternización con la afición de Osasuna y el ambiente vivido durante el partido.

En el debe, lo inalcanzable para el que únicamente puede apoyar desde la grada y no marcar diferencias sobre el césped: el resultado.

La afición blanquiazul regresa a casa impotente por el delicado momento que atraviesa su equipo, un Dépor incapaz de salir de un bache de juego y resultados muy preocupante. Si la situación no se reconduce, hasta disputar el playoff se convertirá en una quimera.