Los cuatro pecados del Deportivo

El Deportivo cometió errores imperdonables ante el Levante en Riazor que le acabaron costando la victoria (2-2). El conjunto blanquiazul se vio penalizado de nuevo por la mala lectura y las carencias individuales de algunos de sus futbolistas, una situación que a día de hoy imposibilita acabar un partido sin encajar goles.

La expulsión de Celso Borges: el mediocentro tico reclamó agresividad durante la semana y paradójicamente fue expulsado antes de alcanzar el minuto 40 de juego por dos torpezas absurdas. La primera, en el minuto 3, al contemporizar en exceso en la medular, de espaldas al rival, propiciando el robo de Lerma y el consiguiente agarrón para frenarlo. Y en el 34', al golpear con el codo a un rival en un saque en largo de Rubén. Un jugador experimentado y frío como él no puede cometer imprudencias de este calibre.
La tibieza defensiva en banda: en superioridad numérica, el Levante encaró a los laterales del Deportivo regularmente, sin excesiva oposición. Tan solo la falta de pegada en el área impidió que los visitantes acortasen antes la diferencia en el marcador. Rubén apenas tuvo que intervenir porque ni Roger ni Boateng estuvieron acertado en el remate, pero la sensación de peligro siempre existió. 
La entrada de Fernando Navarro en la plaza de Carles Gil: Cristóbal Parralo quiso reforzar el sector izquierdo de la defensa con la incorporación de Fernando Navarro en lugar de un fatigado Carles Gil, pero el tiro le salió por la culata. Al perder presencia en tres cuartos, el Levante cargó todavía más el juego por ese costado y ni el luso ni el catalán consiguieron frenar la sangría. 
El equipo no digiere los reveses: el Deportivo se vino abajo al encajar el primer tanto, obra de Ivi. El extremo granota anotó el 1-2 en el minuto 80 y de pronto los nervios se apoderaron de un equipo incapaz de controlar la situación a solo diez minutos del final. Sin poso ni madurez para superar baches dentro del propio partido, la salvación parece a día de hoy una quimera.