Lucas Pérez ha llenado de alegría a la afición deportivista, que necesitaba una buena noticia para volver a reenganchar la ilusión. Su aterrizaje en Alvedro, con más de 200 personas esperándolo y coreando su nombre el pasado jueves casi de madrugada fue una muestra de la ascendencia del coruñés y de su importancia dentro del estado de ánimo colectivo.
El de Monelos no se cansa de recibir cariño. Los más pequeños del lugar reclaman insistentemente su presencia, su autógrafo, su fotografía y cumplir su sueño de estar cerca unos segundos.
Lucas ejerce como un mesías, como un líder. El capitán sin brazalete que este martes explicó Pepe Mel en sala de prensa.