Una derrota que sale muy cara

El enésimo tropiezo del Dépor de esta temporada, en esta ocasión ante el Espanyol, podría salirle demasiado caro a los hombres de Pepe Mel. Antes del inicio del duelo en Riazor, al conjunto coruñés sólo le faltaba un punto para certificar una permanencia virtual en Primera, a falta de dos jornadas. Ahora le restan dos encuentros por delante ante un Villarreal que se juega entrar en puestos europeos y ante un Las Palmas que, pese a la mala racha, peleará por mejorar su posición en la tabla. Y lo peor, el equipo blanquiazul depende de sus dos rivales directos: el Sporting y el Leganés.

En caso de triple empate a puntos, el damnificado sería el Deportivo, que caería a Segunda división, dejando al Sporting y al Leganés un año más en la máxima categoría. Pero las opciones son múltiples.
Si el Sporting gana en la próxima jornada ante el Éibar, que no se juega nada pero que quiere dar una última alegría a su afición tras una temporada de diez, los de Rubi aún tendrían opciones de quedarse en la categoría de oro. Un empate de los gijoneses ante el equipo armero otorgaría la salvación al Dépor. Y en la última jornada, el cuadro asturiano recibe al Real Betis, juez indiscutible una temporada más del descenso, un duelo en el que el Sporting tiene puestas las máximas esperanzas. 
Por su parte, el Leganés tiene que enfrentarse al propio Betis este lunes y luego viajar a Bilbao para jugar en San Mamés con el Athletic y acabar la temporada en Butarque contra el Alavés. En caso de que en estas citas el equipo pepinero haga más o menos de tres puntos, al Dépor le bastaría un empate para quedarse en Primera. 
El principal problema estaría en que el Leganés sumara tres puntos justos. En tal situación, los de Pepe Mel tendrían que hacer un mínimo de dos puntos en las últimas dos jornadas para permanecer en la máxima categoría, ya que en caso de triple empate caerían al pozo del descenso como ya se mencionó anteriormente. 
Una complicada variable que se ha dado por una derrota inesperada y dolorosa ante un Espanyol que no se jugaba nada en Riazor y que ganó con comodidad a un Dépor que se vio afectado por la presión y los nervios.