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El celtismo más disidente y exigente

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Alberto Bravo

Esta noche de viernes iba a ser especial para el celtismo, independientemente de lo que iba a suceder sobre el césped, una buena parte de la afición celeste iba a mostrar su lado más reivindicativo y disidente ante la retirada de sus pancartas en el duelo ante el Getafe.

Las peñas de la Grada de Marcador ya habían advertido que durante la primera media hora del partido no habría cánticos de ánimo y apoyo al equipo de sus amores, el Celta. De hecho muchos de los integrantes de Colectivo Nos, Centolos Celestes o Carcamáns secundaron no entrar al campo hasta ese minuto 30.

Balaídos notaba la ausencia de algunas de sus voces más guerreras, de esos aficionados que siempre estaban dispuestos a destrozar sus gargantas para empujar a su equipo. La Grada de Animación también estaba vacía, en el estadio se notaba ese ambiente gélido que hacía presagiar un final terrible.

Llegó el minuto 27, poco a poco ese celtismo disidente, ese celtismo que no se amilanó ante LaLiga Santander, sus normativas y acusó a la directiva del Celta de ser un fiel siervo de Tebas entró al campo. El resto de la afición los recibió entre aplausos y vítores, ellos también se sentían vilipendiados por una competición que ha dejado de lado a sus aficiones.

"Nos somos o celtismo" cantaban los recién ingresados, le seguía el ya clásico "Tebas vete ya". Pero llegaba el momento cumbre, los primeros fueron los integrantes del Colectivo Nos, su pancarta, previamente desplegada sobre sus asientos vacíos se posaba orgullosa sobre el muro de Marcador. Le seguían Centolos Celestes y Carcamáns, posteriormente Merlegos Celestes, la Peña Afouteza y Comando Celta situaban sus pancartas donde siempre habían estado hasta el partido contra el Leganés, cuando les obligaron a retirarlas.

Las pancartas de estas peñas ahí se quedaron durante todo el partido, nadie fue a impedir que se colocasen, nadie quiso retirarlas, el celtismo ganaba una batalla, el celtismo reivindicativo y disidente entonaba orgulloso sus cánticos de apoyo a un Celta que no estaba realizando un mal partido.

Pero llegó el gol del Alavés, otra vez a través de un error defensivo propio, y llegaron los vaivenes tácticos de un Mohamed que destrozó al equipo acumulando delanteros, extremos y mediapuntas despreocupándose de quién iba a ser el encargado de llevarles el balón.

La entrada de Emre Mor por Beltrán mató al Celta y provocó una sonora pitada contra el técnico argentino, que ya en sala de prensa, mostró un actitud de ser un hombre superado los acontecimientos y sin capaz de buscar otra respuesta que su fútbol directo y de áreas.

Pero la afición, incrédula por el cambio siguió animando al equipo, hasta que llegó pitido final, los silbidos reaparecieron con un único objetivo, Antonio Mohamed, el celtismo ha dejado de creer en su técnico y lo despedía con rabia. Los silbidos cesaban cuando el equipo saludaba desde el centro del campo.

Cuando Mohamed ya enfilaba el camino a vestuarios y se acercaba a la Grada de Marcador los pitos y silbidos volvian a arreciar. El celtismo no está conforme con el juego del equipo, con los cambios del entrenador ni con los resultados y lo demostraba con un pitada que monumental con un único receptor, un Antonio Mohamed.

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