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Es Noticia

El sueño intermitente de Borja Oubiña

Borja Oubiña, durante su etapa en el Celta.
Pablo Sánchez

Hablar de Borja Oubiña es hablar de pasión por unos colores y de sentimiento por un escudo, el del Celta, cuya camiseta pudo vestir pese a que estuve toda su carrera deportiva acompañado de una grave lesión de rodilla que convirtió su sueño en algo más intermitente. Ahora, inmerso en la secretaría técnica del club, Oubiña analizó su etapa como jugador. "Cuando pasas tanto tiempo dentro de la estructura de un club sientes que es parte de tu vida", expresó en una entrevista concedida a LaLiga Santander.

Debutó en la temporada 2003/04 en Primera división, pero no fue hasta el siguiente año, con el Celta en la categoría de plata, cuando Borja Oubiña se erigió como la veleta de un equipo que solo tardó un año en regresar a la élite. "Recuerdo que lo primero que me impresionó fue el ruido, la sensación de emoción antes de salir, la responsabilidad. Se te pasan muchas cosas por la cabeza", dijo Oubiña sobre el día de su debut.
El primer curso en Primera división tras el retorno coincidió con los mejores momentos sobre el campo de Oubiña, cuyo buen rendimiento le abrió las puertas de la selección de la mano de Luis Aragonés. Dos temporadas más tarde, un nuevo descenso del cuadro gallego precipitó su salida del club, motivada por el interés de otros equipos de superior categoría. "Tenía esa presión de seguir creciendo, había Eurocopa al siguiente año y entonces las prisas te pueden. También el ego de no querer jugar en Segunda aunque sea en tu club", analizó el exjugador. Creo que gestioné muy mal ese año a nivel personal", añadió.
Ya en el Birmingham, un choque con el holandés Dirk Kuyt le provocó una lesión que marcó su carrera. "Son cosas que se te quedan grabadas, eso no se va nunca. Cambia completamente la dinámica de tu carrera. El destino tiene estas cosas", comentó al respecto. Volvió al Celta para recuperarse de su ligamento cruzado y regresó con 29 años y el brazalete de capitán. 
En 2014, Oubiña volvió a resentirse de su rodilla, pero esta vez ya era demasiado tarde para volver a empezar. El vigués colgó las botas y se despidió de Balaídos tras un bello homenaje, cambiando así el césped por las oficinas. "Cuando pasas tanto tiempo dentro de la estructura del club sientes que es parte de tu vida y en ese sentido me fui satisfecho al poder continuar mi vida dentro del fútbol y concretamente aquí", concluyó.
 
 
 
 

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