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Es Noticia
Deportivo Alavés
2-1
Celta de Vigo

Mendizorroza, una muesca que tendrá que seguir esperando

Celebración de un tanto del Alavés (Foto: LaLiga).
Alberto Bravo

El Celta salió frío a Mendizorroza y lo pagó. Antes de que los de Unzue entrasen al partido ya contaban con una desventaja de dos goles fruto a la pasividad de la zaga. Una losa demasiado pesada para los vigueses que apenas inquietaron a Pacheco en todo el encuentro a pesar de gozar de un 75% de posesión.

 
Sin Hugo Mallo, baja por lesión, y Pione Sisto, al que Unzué decidió dar un descanso tras su bajada de rendimiento, saltó el Celta a Mendizorroza en busca de su primer triunfo en la máxima categoría. Brais Méndez y Robert Mazan eran las grandes novedades de un once titular en el que debutaba el eslovaco tras su llegada en el mercado invernal.
Y la maldición en Mendizorroza parecía no tener fin, Roncaglia medía mal y permitía el centro de cabeza de Sobrino para que Munir rematase sólo ante la pasividad de Sergi Gómez. Rubén salvaba el primer disparo pero el rechace llegaba a Pedraza más atento que Jonny para lograr abrir el marcador en el minuto cuatro.
No tardó en reaccionar el Celta por medio de Aspas y Brais Méndez, el canterano cedió atrás al moañés que vio como su disparo acababa impactando en un rival para terminar la pelota saliendo por línea de fondo. En encuentro iba de un área a otra sin pausa. Los vitorianos tuvieron su segunda oportunidad tras una mala entrega de Rubén Blanco. Roncaglia, atento, abortó el ataque babazorro.

Segundo mazazo

El Alavés reinaba bajo la incesante lluvia, Manu García pedía penalti por derribo de Lobotka para que, dos minutos después, Munir pusiese el 2-0 a centro de Ibai Gómez. La pasividad de la zaga celeste, que permitió que el esférico se pasease por el área volvía a penalizar a los de Unzué.

Posesión esteril

El Celta disfrutaba del balón, buscaba a Lobotka, pero el eslovaco perfectamente cubierto se encontraba atrapado en la telaraña alavesista. Sólo las irrupciones de Aspas despertaban a un equipo desconocido. El cuadro de Abelardo cedía metros y posesión para buscar una contra con la que matar el encuentro.
El mal estado del terreno de juego impedía que ambos equipos pudiesen trenzar jugadas de calidad, especialmente en un Celta que superaba el 70% de la posesión al descanso. Las mejores del Celta, una falta botada por Wass y un ataque de Aspas que terminó en un desafortunado resbalón antes de que Radoja disparase al muñeco tras un gran pase filtrado de Brais Méndez.

Cambio de cara

Los de Unzué saltaron a la segunda mitad con otra cara. La pelota era celeste, como en la primera parte, pero ahora se trataba de hacer daño buscando abrir el campo en ambos costados. Así llegó el primer remate  de cabeza de Maxi Gómez a centro de Aspas.
El Alavés no variaba su planteamiento, atrás, arropados, esperando un robo o un error en la distribución celeste con el que sentenciar el choque. Pione Sisto entraba en el campo junto a Jozabed, Robert Mazan y Brais Méndez abandonaban el partido. Jonny regresaba al lateral izquierdo con Wass en el derecho.

Falta de puntería

Alexis probó fortuna con una chilena en el área celeste que acabó en la cabeza de un Sergi Gómez, la réplica fue de Pione Sisto. Aspas le regalaba el gol, el danés tenía tiempo para parar el esférico y anotar, completamente sólo, ante Pacheco, pero hizo lo más difícil, tirarla fuera de manera inexplicable.
Repitió error Sisto apenas dos minutos después, en el 65. El Celta encontraba huecos en la zaga alavesa pero la puntería del danés impedía soñar con la remontada. Unzué agotaba los cambios dando entrada a Emre Mor por Radoja. Maxi era derribado en un claro penalti que Munuera Martínez no quiso señalar mientras los minutos se iban agotando.

Esperanzas frustradas

Aspas probó los reflejos de Pacheco pasado el 80, era el segundo disparo a puerta del Celta, con un ajustado taconazo salvado por el meta bazazorro. La esperanza se agotaba en medio de un diluvio, aunque Aspas se empeñase en seguir soñando con un tanto en el descuento.  Dos minutos de esperanza frustradas en balones colgados a la nada. Mendizorroza tendrá que esperar.

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