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Emre, su precipitación e individualismo partió al equipo en dos

Alberto Bravo

El celtismo esperaba impaciente la entrada de Emre Mor en el campo, durante los días previos se especulaba con su inclusión en el once inicial, algo que no sucedió. Unzué, con el Celta mandando en el marcador, apostó por el turco en lugar de un más que correcto Brais Méndez. Su entrada llevó el caos al partido, un caos mal entendido, porque cuando el equipo necesitaba control, posesiones largas y tranquilidad, Emre Mor lo aceleró y con sus jugadas lo partió en dos.

Emre Mor ha nacido para destacar, para ser desequilibrante y protagonizar, con su tremenda habidad, resúmenes y vídeos con sus mejores jugadas. Su calidad es indiscutible, su precipitación y error en la lectura del partido, al menos ante el Getafe, también. El equipo no necesitaba una marcha más, no la necesitaba porque físicamente este Celta en nada se parece al de Berizzo. 
Y esa manera de entender el juego fue lo que llevó a Unzué a introducirlo en el campo: "Tiene unas características que están cercanas a lo que ha hecho hoy porque es su forma natural de jugar. Él se tiene que adaptar a la idea y nosotros a él. Yo cuando lo saco sé lo que me puede dar. Esas jugadas que no han podido finalizarse han propiciado que el partido fuera de ida y vuelta", y es que el joven internacional pecó de individualismo en sus ataques, lo que permitió al Getafe lanzar algunas contras que llenaron de incertidumbre los minutos finales del choque, un desasosiego que acabó con el tanto azulón.
Tres regates con éxito, otros tantos balones perdidos en una tela de araña que el mismo se tejió al no levantar la cabeza para buscar a algún compañero. Obcecado con llegar a la meta de Guaita, intercaló errores y aciertos que llevaron el choque a un ritmo que no convenía al equipo que mandaba en el marcador. Iago Aspas reconoció que su entrada "partió al equipo en la línea de tres cuartos".
Emre Mor debe conocer a sus compañeros, el sistema de juego que plantea el técnico y medir sus impulsos ofensivos, casi suicidas, que no obliguen al equipo a realizar un esfuerzo con el que no contaban. Ante el Getafe las cosas no le salieron bien, pero se intuye un futbolista que desborda arrobas de calidad y ganas por agradar.
Necesita tiempo, confiar en sus compañeros y jugar con más pausa, su partido hubiese sido correcto si el Celta marchase por detrás en el marcador, pero cuando vences, y esa victoria es fundamental para despejar los nubarrones que se han instalado en el equipo, la precipitación no es una buena compañera.
 

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