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La magia volvió a brillar sobre Carranza

Mágico, durante un lance del partido en Carranza (Foto: Cristo García).
Pablo Sánchez

Carranza volvió a vibrar como antaño, como lo hizo en la década de los 80 cuando el arte salvadoreño hacía de las suyas sobre el verde. El templo del Cádiz vivió una noche mágica, idílica, cargado de históricos veteranos para brindar el merecido homenaje a un genio y figura. Mágico González y la Tacita de Plata se fundieron en una noche para el recuerdo, una cita que se debían mutuamente y que permitió, a los más aficionados más añejos y a los más jóvenes, rememorar de nuevo los exitosos años de su equipo.

Arrancó el encuentro cargado de emoción y de goles. Los Manolo Pérez, Oli, Calderón, disfrutaban viendo al ídolo cadista frente a ellos. Era momento de disfrutar y el fútbol era lo de menos. La simbiosis entre los aficionados y los presentes sobre el verde era total y se palpaba en cada jugada, en cada pase. En apenas 20 minutos, 'Los Pachines' consiguieron adelantarse hasta tres veces en el marcador. Luego llegaría el gol de Oli y el definitivo 1-4 antes del intermedio.

Pero la mayor de las emociones estaba reservada para el segundo acto. Mágico ya dejó constancia, en el descanso, que le era imposible marcar un gol al equipo de sus amores. "Tuve hasta tres ocasiones de gol, pero no. No sabia que decir por todo lo impresionante de mis sentimientos encontrados".

En los segundos 35 minutos, llegó el momento de enfundarse la elástica amarilla, esa que se colocó por última vez sobre Carranza en 1991 y que, 27 años después, volvió a sudar.

Dani Güiza fue el otro protagonista en este segundo tiempo, merced a sus dos tantos, el primer de ellos de muy bella factura. Pero no era día de pararse a comprobar la calidad de los tantos o ciertas acciones individuales.

Todos miraban atentamente al juego del salvadoreño con la guayabera amarilla, una imagen que muchos recordaran del pasado y otros tantos han tenido la primera oportunidad de verlo, en directo, en la casa gaditana.

En el minuto 67, llegó el momento deseado por todos. Un penalti cometido sobre Güiza permitió a Mágico disfrutar como antaño, volver a sentir las gargantas del público coreando su nombre y cantando gol tras materializar la pena máxima en un partido que terminó con empate a cinco goles. Fue el momento, su momento. Gracias Cádiz. Gracias Mágico.

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