Es Noticia
CD Tenerife
1-1
Cádiz CF

Empate agridulce que no empaña otro buen partido

Garrido, en la jugada de su gol (Foto: Sandra Acosta).
Francisco José Jiménez

Empatar en Tenerife el año pasado con un gol in extremis de Gorka Santamaría supo a gloria. Hacerlo en este caso fue todo lo contrario porque el partido estuvo controlado en casi todo momento y con opciones de matarlo a la contra. Sabe a poco pero, viéndolo con perspectiva, no se puede pedir más a este señor equipo.

El Cádiz salió al campo con las ideas muy claras. Se esperaba que la posesión fuera de los de Martí, pero el equipo amarillo no le hacía ascos a tocar el balón y no esperar únicamente a las contras. No estaba José Mari, pero sí Abdullah y había fluidez en el centro del campo.
El rival estaba tocado y el Cádiz sabía que si daba primero, tenía mucho ganado porque el ambiente se volvería en contra. Por eso apretó desde el inicio, aunque la calidad del Tenerife se dejaba notar a pesar de su mala racha. Antes del primer cuarto de hora ya había creado peligro a través de Longo y de Víctor Casadesús, aunque más a base de centros que de juego.
Los locales fueron ganando terreno. Sabían forzar laterales y Ais Reig le seguía la corriente a sus jugadores. Además, al Cádiz le duraba muy poco la pelota y eso le daba confianza a un rival que estaba muy herido por los últimos resultados. Pero la fe de los cadistas es ilimitada y se puso por delante en el marcador gracias a un inesperado zapatazo de Garrido desde fuera del área tras un centro de Kecojevic. Ver para creer.
Quedaban 70 minutos por delante, un mundo, y viendo la peligrosidad del Tenerife había que sufrir, pero el primer paso ya estaba dado. El Cádiz se asentó mucho con el gol y al equipo de Martí, falto de confianza, le afectó claramente. No triangulaba mal y salía con criterio, pero verse por detrás en el marcador era una losa muy pesada.
En la primera media hora no se había visto, realmente, a un Cádiz muy poderoso en ataque. No llegaba mucho al área, pero su posicionamiento era casi perfecto y no daba opciones al Tenerife, que se iba desesperando con el paso de los minutos. Los minutos de mayor agobio en el área de Cifuentes se habían vivido antes del gol. Después, el Cádiz se había hecho fuerte para no dejar maniobrar a su oponente. A los 38 minutos ya se oían pitos en el Heliodoro.
El Cádiz era un acordeón perfecto y aunque no creaba peligro como en otros partidos, era capaz de frenar las acometidas de un rival de nivel. La ansiedad se dejaba notar en el juego del Tenerife y en una recuperación Salvi pudo marcar el segundo antes del descanso, pero su disparo se marchó fuera tras haber superado en velocidad a Camille.
La segunda parte comenzó con la sensación de que el Cádiz podía sentenciar a la contra, pero que también el Tenerife tendría sus opciones en busca del empate. Martí daba entrada a Malbasic, otro delantero, pero el Cádiz estaba muy seguro de sí mismo. Cerraba filas y en ataque inquietaba mucho a través de Álvaro y también a balón parado.
Cuando faltaba media hora el partido parecía controlado. Decir eso en Tenerife tiene sus riesgos, pero la pinta del equipo era perfecta porque la concentración era máxima y parecía más cercano el segundo tanto amarillo que el empate tinerfeñista. Por momentos el partido parecía romperse porque el Cádiz veía opciones de salir para matar a su oponente, pero a veces le ponía pausa para no entrar en un correcalles del que sacara provecho su rival.
Longo tuvo una buena ocasión que se le marchó fuera en el minuto 70 en uno de los pocos despistes defensivos del Cádiz hasta ese momento. En ese momento del partido el equipo de Cervera había perdido demasiado el contacto con el balón. Moha había salido en el lugar de Barral, pero no era capaz de retener la pelota y el equipo sufría el acoso del Tenerife poco a poco.
Cuando quedaba algo menos de un cuarto de hora, el equipo amarillo estaba ya metido en su campo. Cifuentes no había tenido que hacer ninguna parada de mérito, es cierto, pero era inquietante ver que ya no era capaz de hacer daño al contragolpe. Sin embargo, un lanzamiento de Álex Fernández con la zurda obligó a lucirse el guardameta chicharrero.
El encuentro estaba para matarlo porque el Tenerife no podía físicamente, pero no llegaba la sentencia gaditana y eso le seguía dando opciones al Tenerife, que terminó encontrando el premio a la insistencia. Un centro de Camille y una prolongación posterior acabó en gol por un cabezazo de Juan Villar en el segundo palo. 
Un partido que parecía en el zurrón amarillo acabó con los amarillos. Es lo que tiene esta categoría, donde nada está cerrado del todo. Un empate que le vale al Cádiz para seguir arriba y despedir 2017 con excelentes sensaciones.
 

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