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A diez años del cielo

Alejandro Vilas

Armando, Varela, De Quintana, Abraham Paz, Raúl López, Suárez, Fleurquín, Jonathan Sesma, Pavoni, Enrique y Oli. De carrerilla. Sin dejarla botar. Una alineación que no hay que traerla al pensamiento porque ya está. No se recuerda, se recita. El once de Chapín. Los protagonistas -junto a Manolo Pérez, Bezares, Navarrete...- del partido más importante de la historia moderna del Cádiz CF.

Un 18 de junio del 2005 el Cádiz ascendía a Primera División después de trece años deambulando por Segunda B y la deseada Segunda A. Tras aquella tarde en Chapín vendría una temporada en Primera inolvidable, tres descensos, un ascenso más y un cúmulo de episodios que pasaron a engordar la maltratada historia cadista. AlicanteMiranda, Lugo, L'Hospitalet...Como para que después alguien tilde de exagerados algunos recibimientos. Esta afición ha aprendido a saborear cada momento como se merece y sobre todo, a luchar por volver a vivir tardes como la de aquel día.
Era junio, sábado y hacía un calor terrible. Desde primera hora de la mañana miles de cadistas se reunían en la Plaza San Francisco, Mina y en muchos otros lugares del centro de la Tacita. El amarillo poblaba las calles de Cádiz. Horas más tardes la estación a rebosar. Horarios de trenes que se multiplicaban. Más de 8.000 cadistas caminando hacia Chapín. Una camiseta amarilla gigante que asomaba por el fondo norte del estadio jerezano. Cantinas sin agua que vender. El gol de Oli y un submarino que emergía de las profundidades por fin. No era un día cualquiera, estaba pasando. El Cádiz ascendía a Primera División en Jerez de la Frontera.
El partido pronto se tornaría para los amarillos. No se habían alcanzado los 25 minutos cuando Oli se sacaba un zapatazo desde 25 metros que Julio Iglesias no vio venir. Era el gol del éxtasis y del ascenso. Luego llegaría la cita obligada de Abraham Paz con los once metros y la historia. Y con ello el gol del goce. Enrique se adentraba en el área y Mendoza se lo llevaba por delante. Penalti y un 0-2 definitivo. Se acaba la espera, los amarillos volvían a la liga de las estrellas. La única preocupación a esas alturas era la hora de llegada del equipo a las Puertas de Tierra.
Diez años de aquello y miles de historias más que contar. El cambio ha sido inmenso. Estadio nuevo al completo, centenares de futbolistas, directivos, dueños, hasta dieciséis cambios en el banquillo, y la Segunda B. Pero hay cosas que permanecen perenne. Inmunes a tanta decepción. Adictos a un escudo y a una forma de entender la vida. El tesoro sigue en las gradas. Siguen los mismo de aquella tarde. Y las ganas de volver a tocar el cielo con las manos -a pesar de tanto desencanto- continúan intactas. El cadismo de aquella época tocó la gloria, pero los golpes de los años lo han hecho inmortal. Otro desplazamiento masivo. Más de mil personas -irá a más- se cruzarán de nuevo la península este sábado para ver a su equipo. Pasarán los años, pero hay cosas que no cambiarán jamás. 

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