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Un año de San Mamés con gritos enlatados y botes de hidrogel

Ramón Orosa - EFE

Este lunes 14 de junio de 2021 se cumple un año desde el primero de los encuentros disputados sin público en San Mamés por culpa de la COVID-19. Los athleticzales ven como con la Eurocopa en marcha o los aplausos a Novak Djokovic y Tsitsipas desde las gradas de Roland Garros el retorno a La Catedral está ya más cerca.

Sin embargo volvamos al pasado... La estampa de San Mamés en este escenario singular de partidos a puerta cerrada por la pandemia fue como la de un domingo sin fútbol, a pesar de que La Catedral acogía esa tarde el más clásico de los duelos rojiblancos de LaLiga Santander.

Un Athletic Club-Atlético de Madrid, dos equipos con las mismas raíces, siempre es un partido grande en Bilbao. Pero aquella vez no lo pareció por la falta del elemento que distingue al fútbol profesional del que no lo es: la presencia de público. Primero en los alrededores del estadio y posteriormente sentados en las gradas.

Algunos aficionados, unos cuantos parecía que simplemente curiosos, sí se habían acercado a la ya inconfundible explanada contigua al estadio para recibir al conjunto vasco en su llegada al campo.

El Atlético de Madrid llegaba en dos autobuses a San Mamés el 14 de junio de 2020.

Eso, la llegada de los equipos en sus respectivos autobuses, oficiales los del Athletic y posiblemente alquilados para la ocasión los del Atlético, fue lo único que se ha salido de la foto de un domingo cualquiera... sin fútbol.

Porque ni los bares se habían animado, a pesar de la agradable temperatura de un día, aunque nublado, primaveral. Solo unos pocos habían apostado por intentar rentabilizar una jornada que sin coronavirus era su sustento principal todo el año.

Hasta los tramos de carretera cercanos al campo, habitualmente cerrados, y los aparcamientos en ellos, inhabilitados cuando hay partido, presentaban su imagen habitual de cada día.

Iker Muniain y Koke realizaron una ofrenda a las víctimas de la pandemia en la grada de San Mamés.

Hubo Ertzaintza y Policía Municipal desplegadas para cualquier contingencia, pero ante la dura realidad de la situación y los avisos previos, su presencia fue casi hasta innecesaria.

Ya acercándose al estadio, imponente como siempre San Mamés, una valla muy cercana a su estructura, a unos cinco metros, es el último elemento disuasorio para impedir una acceso al campo que casi nadie intenta. Ya solo, en un escaso goteo, los pocos periodistas que pudieron acceder al campo cumpliendo el protocolo sanitario exigido por LaLiga.

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