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Regate, hombro y pitos en la jaula de Ipurua

Javi Beltrán

El derbi del lunes en Ipurua no pasará a los anales de la historia como un partido de ejemplo para las nuevas generaciones. Faltó calidad y precisión, soterradas por la lucha sin cuartel, presión asfixiante, defensas adelantadas y marcajes pegajosos. En medio, detalles para el rescate en una victoria reparadora, sobre la bocina, del de casi siempre, el guerrero Raúl García, al que le encanta sumergirse en este tipo de duelos correosos.

Rescatando pinceladas de pureza, en las estrecheces de un campo que no permite demasiadas licencias y menos con el Eibar siempre encima, destacaron dos acciones de Kepa Arrizabalaga, siempre concentrado por mucho que rugiera la grada. Un regate seco a Kike García, al que sentó en su embestida, y un paradón con el pie que fue clave al principio de la segunda parte. La escalofriante entrada de Escalante a Muniain provocó que el público armero la tomase encima con el extremo de la Txantrea, todo por el protocolo de su atención. Como si tuviese él la culpa. No obstante, a Muniain no le molestan los silbidos, más bien le estimulan.
Williams lo intentó varias veces por las bandas una vez que vio que por el centro era imposible. No le nutrían de balones ni a él ni a Aduriz por culpa de la presión del Eibar en la zona ancha. Y el 11 rojiblanco, que sigue en capilla una jornada más, se sacó de la chistera un pase interior maravilloso a Muniain y un hombro para despejar en el área el peligro que supo interpretar Del Cerro Grande. Raúl selló lo más granado. Aviso con un zaparazo a la madera y después otro voleón a la red, como si no hubiera un mañana. Que lo hay, el jueves el Real Betis, que será otra historia bien distinta.

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