Gurpegui, de niño a capitán

Nunca se me olvidará la primera vez que vi a Gurpegui jugando en San Mamés. Fue un 6 de Abril del año 2002. Aquél día celebraba mi decimo-séptimo cumpleaños con mis amigas en el córner de Norte que tantas vivencias nos ha regalado.

Con los nervios típicos de un Athletic – Barça, terminamos el poteo por el Casco Viejo y nos dirigimos hacia un San Mamés abarrotado, custodiado por camiones de Danone que regalaban “Danios” a cada persona que se adentraba en el estadio.   Es curioso cómo cambia la vida. El partido terminó con una fiesta arruinada por el “conejo” Saviola, un linier y un Bonano absolutamente pringados de Danio, y cientos de aficionados preguntándonos qué tal resultaría “el nuevo chaval”. Ninguno dudamos en lucir con orgullo aquéllas pulseras verdes de “Gurpegui Justizia” nadando contra la marea amarillista de Lance Armstrong  En esos momentos, ninguno imaginábamos que años más tarde el Athletic Club ganaría una Supercopa a ese Barça siempre invencible, ni que aquél nuevo chaval se convertiría en nuestro querido capitán, en un gran ejemplo para todos en su forma de afrontar las bofetadas de la vida, y en su forma de amar nuestros colores.
En poco tiempo, Gurpegui pasó a ser nuestro Gurpe. Ninguno dudamos en lucir con orgullo aquéllas pulseras verdes de “Gurpegui Justizia” nadando contra la marea amarillista de Lance Armstrong. Nuestro chaval se lo merecía y ha demostrado con creces ser uno de esos jugadores por los que partirse la cara con aficiones rivales merece la pena.   Personalmente, para mí, la despedida de Gurpegui supone un varapalo parecido al del fin de mi antiguo San Mamés. Aquella catedral donde tanta gente he conocido, donde tantas experiencias he experimentado, y donde tantas emociones recorrieron nuestras gargantas en aquel córner de Norte.   Ahora sólo espero que el Club esté a la altura y le conceda la despedida que se merece. Te echaremos de menos. Beti gure bihotzean!
Por María Presmanes - Booking Agent de Los Brazos

@MariaPresmanes