Los calambres musculares asociados al ejercicio aparecen en el momento menos esperado y cuando esto ocurre, el dolor obliga a cortar en seco la actividad. Popularmente se cree que los calambres aparecen por deshidratación y que se resuelven con beber agua, pero la causa real es bastante más compleja.
Si bien es cierto que la pérdida de agua influye en los calambres asociados al ejercicio, EAMC por sus siglas en inglés, "la ciencia actual apunta a una doble causa, fatiga neuromuscular y pérdida de sodio", detalla la nutricionista Itziar González de Arriba en sus redes.
Ante la pregunta de por qué aparecen los calambres musculares durante la práctica deportiva, la profesional apunta a tres culpables. El primero, la fatiga neuronal, entendido como "un circuito eléctrico que empieza a hacer cortocircuito" provocando que la comunicación entre nervio y músculo comience a fallar.
La segunda causa se debe a la depresión de sodio o hiponatremia, cuando los niveles de sodio en sangre disminuyen por debajo de lo normal. Esto se produce cuando se pierde demasiada sal al sudar mucho.
Por último, la "desregulación del óxido nítrico que afecta a cómo se dilatan los vasos sanguíneos y puede desestabilizar el músculo".
"Hay cierto agravantes que echan más leña al fuego", añade la misma publicación. Y es que, aunque puede resultar contradictorio, hay suplementos que se toman con el objetivo de solucionar o prevenir los calambres musculares y en realidad, "podrían estar literalmente empeorando el problema".
Uno de estos es la cafeína. "Es súper popular para mejorar el rendimiento, pero en personas que tienden a tener calambres puede ser un problema" al "sobrexcitar ese circuito eléctrico neuromuscular". Esta condición, "aumenta el riesgo de que falle y provoquen espasmos, justo cuando menos falta hace".
El otro son los nitratos, como los presentes en el zumo de remolacha, que "se suelen usar para mejorar el flujo de sangre, pero paradójicamente, al aumentar el óxido nítrico puede provocar una vasodilatación excesiva que, en vez de ayudar, desestabiliza el músculo y facilita que aparezcan los calambres". Lo mismo ocurre con la arginina, cuyo "riesgo es exactamente el mismo, potenciar el mecanismo que queremos controlar".
Para prevenir los calambres musculares asociados al ejercicio, Itziar González apunta que hay que "atacar el problema desde varios frentes":