El jet lag es una situación bien conocida por aquellas personas que viajan o han viajado en avión a destinos con una gran diferencia horaria. Al igual que lo sufren los adultos, los niños y niñas también están expuestos a este 'desfase' que afecta a su reloj biológico, pero con matices.
Teniendo en cuenta que durante las vacaciones de verano estos tipos de viajes aumentan, el doctor Gonzalo Pin Arboledas, pediatra coordinador del grupo de sueño y cronobiología de la Asociación Española de Pediatría, detalla a partir de qué edad el jet lag afecta a los más pequeños, así como las recomendaciones para evitarlo.
"El jet lag se produce cuando hacemos viajes largos y atravesamos varios horarios. Se produce porque nuestro reloj biológico se queda anclado en el horario anterior y cuando llegamos existe un desacuerdo entre nuestro reloj biológico y el reloj ambiental de la luz, la temperatura y eso produce alteraciones tanto físicas como en el estado de ánimo", define el facultativo.
En los bebés de hasta 8-9 meses, "el sistema circadiano está aún en desarrollo" por lo que "paradójicamente, pueden adaptarse más fácilmente a los cambios de horario", mientras que a partir de los dos o más años "el ritmo circadiano está más establecido".
No obstante, aunque "su reloj biológico es más sensible a las disrupciones, también responde mejor a las señales ambientales como la luz".
Antes del viaje, durante la semana previa o las dos semanas previas -dependiendo del tiempo que se vaya a estar en el destino-, el pediatra recomienda seguir los siguientes hábitos:
Durante el vuelo -lo ideal es que este sea nocturno-, se deben cambiar "inmediatamente los relojes al despegar", ajustar las comidas de acuerdo al horario de destino y ofrecer "pecho o biberón durante despegue y aterrizaje para aliviar la presión en los oídos".
Al llegar, durante los primeros 3-4 días lo más adecuado es: