A Donald Trump le han diagnosticado insuficiencia venosa crónica. Debido a una "leve hinchazón en la parte inferior de las piernas", el presidente de Estados Unidos se realizó un "examen exhaustivo" de su salud que evidenció dicha afección.
En la evaluación, se incluyeron "pruebas diagnósticas vasculares y ecografías Doppler venosas bilaterales de las extremidades inferiores, las cuales revelaron una insuficiencia venosa crónica, una afección benigna y común, especialmente en personas mayores de 70 años". No obstante, "no se observaron indicios de trombosis venosa profunda, ni enfermedad arterial", apunta el comunicado de la Casa Blanca.
La insuficiencia venosa crónica corresponde a "cualquier anormalidad morfológica y/o funcional del sistema venoso, manifestada mediante signos y/o síntomas", define un artículo de la revista de SEMERGEN, la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria.
Se trata de "la enfermedad vascular más frecuente en el ser humano" que se produce cuando el sistema venoso no es capaz de realizar un adecuado retorno venoso. Tiende a aparecer en las mujeres entre los 40-49 años y en los hombres entre los 70-79 años.
A pesar de su cotidianidad, es una enfermedad que "está infradiagnosticada e infratratada", porque solo se le presta atención cuando la persona comienza a sufrir molestias u otros síntomas.
Al principio, la insuficiencia venosa crónica "puede ser asintomática", pero con el tiempo suelen ir apareciendo y aumentando de forma gradual. La Unidad de Patología Vascular enumera los siguientes signos de alarma:
Respecto a los factores de riesgo de insuficiencia venosa crónica, se clasifican en modificables y no modificables. En estos últimos se encuentra la edad -"la pared de la vena tiende a debilitarse haciéndola propensa a dilatarse"-, los factores genéticos, el género -más prevalente en mujeres- y la raza -más frecuente en la blanca-.
En cuanto a los modificables, destaca el sobrepeso y la obesidad, el sedentarismo, los trabajos que conllevan largos periodos de tiempo de inactividad -viajes largos en coche o avión, muchas horas de pie o sentados delante de una pantalla-, el embarazo y las alteraciones hormonales por el uso de anticonceptivos.