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Brown, el verdugo que fue ídolo

Marcus Brown anunció su adiós al baloncesto. Con 37 años, tras varias temporadas en el Zalgiris Kaunas, su último club. Jugó en siete países europeos (Francia, Turquía, Italia, Israel, España, Lituania y Rusia), en todos ganó algún título. En Málaga, en el Unicaja, jugó dos años. Ganó la ACB y con él el equipo llegó a la Final Four de Atenas.

Se va un mito del baloncesto europeo. No hizo fortuna en la NBA como hubiera querido, pero en el Viejo Continente deja un legado que no resiste comparación. 21 títulos nacionales repartidos entre esos países. Siete trofeos de MVP en cuatro de ellos, tres presencias en una Final Four de la Euroliga, quizá la única mácula en su palmarés. No llegó a levantarla, pero a cambio es el máximo anotador histórico de la competición desde que se refundara en el año 2000. Desde entonces no faltó ningún año, esta edición es la primera que cuenta con su ausencia. En fin, un mito. ESPN hacía un reportaje el pasado verano en el que le designaba como uno de los cinco mejores deportistas norteamericanos que han jugado fuera de EEUU en un deporte de equipo.
Brown dejó en Málaga un sello de ganador, de carácter, de competidor. Llegó por una carambola. La marcha de Fran Vázquez a Girona y el affaire con Trajan Langdon (con un contrato firmado con el Unicaja, el CSKA se hizo con él previo pago de una indemnización) le trajo a Málaga. La afición cajista le conoció cuando le birló una Copa Korac cuando jugaba para el Limoges, en el año 2000. Desde entonces, fue verdugo con el Efes Pilsen o el CSKA. En 2005 se convirtió en ídolo.
Seguramente los mejores días de Marcus Brown ya habían pasado cuando llegó a Málaga, ya en la treintena. Pero con él el equipo de Sergio Scariolo tuvo el plus para ganar la ACB, para ser durante unos meses el mejor equipo de Europa. Anotador compulsivo, dominaba las suertes en ataque, corta, media y larga distancia. No era especialmente atlético, ni rápido. Pero manejaba el ritmo. Una lesión en su segunda temporada le dejó parado medio año. Pero llegó a tiempo para jugar la mítica eliminatoria de cuartos de final de la Euroliga en la que se apeó al Barcelona y permitió acceder a la Final Four. Allí anotó la canasta decisiva para ganar el partido del tercer y cuarto puesto ante el Tau. Fue el mejor guiño, su última palabra sobre la cancha. Fuera, aquel recordado "See you in Tau" después de una bronca colectiva con Rakocevic en el Carpena. Genio y figura, se va un grande: Marcus James Brown (West Memphis, Arkansas, 1974).

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