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Nadal vuelve como Nadal

TENNISTOPIC

Fue un regreso a toda velocidad. En el torneo de Pekín, Rafael Nadal devoró 6-4 y 6-0 a Richard Gasquet en su primer partido individual en tres meses y se citó por los cuartos de final con el alemán Gojowczyk, vencedor 6-4, 2-6 y 7-5 de Ivo Karlovic.

Tras la lesión en la muñeca derecha que le obligó a renunciar a los Masters 1000 de Canadá y Cincinnati y al Abierto de los Estados Unidos, el campeón de 14 grandes reapareció con un contundente triunfo frente al 22 del mundo, que nunca tuvo voz o voto en el encuentro.
Sorprendentemente, el español se movió de forma acompasada, casi isócrona, disparó el drive con la naturaleza animal de grandes tardes y demostró que su revés no es una puerta sin candado, pese a que todavía siente molestias en la articulación al ejecutar el golpe a dos manos. Además, a los 28 años reflejó algo más importante: tras perderse un trimestre de la temporada, el español compitió con la cabeza limpia como un lienzo que todavía no ha recibido el primer brochazo y espera con avidez ser coloreado.
La victoria enseñó las diferencias entre la lesión que sufrió a principios de agosto, una que le ha permitido seguir ejercitándose, y el resto que han marcado su carrera, obligado siempre a dejar la raqueta y ver pasar el tiempo entre máquinas de gimnasio. De entrada, Gasquet lo tuvo claro.
El francés, derrotado en los 12 encuentros previos ante el número dos del mundo, se lanzó a por el revés del mallorquín, el golpe que mantuvo virgen durante el verano porque golpeándolo se lesionó y golpearlo fue la única prohibición de los médicos hasta los primeros días de septiembre, cuando el regreso ya tenía lugar. Como si allí estuviese la solución a sus problemas, el número 22 probó a remover las dudas por la zona más débil de su contrario y Nadal le respondió sin miedo con tiros graníticos.
A veces, el mallorquín, envió sus pelotazos fuera de la línea, lo que fue un buen síntoma porque demostró que de potencia va sobrado, que el dolor no le limita. A veces, desgarró a su rival con tiros cruzados que le dejaron mudo, un fantástico ejercicio de coordinación y mala baba. Ante eso, el jugador de Beziers decidió competir al todo o nada. Como antaño, como otras veces, como siempre. Fue el final de la historia: Nadal aceleró hacia los octavos mientras la remontada para Gasquet siempre fue un imposible.
Inmerso ya en el tramo final de la temporada (Pekín, Shanghái, Basilea, París-Bercy y Londres), el español volvió al circuito con un triunfo importante. Aunque en Asia el objetivo es tomar impulso para atacar la gira por Europa, que volverá a llevarle a la Copa de Maestros (único gran torneo que no tiene), el número dos del mundo quitó la primera piedra del camino con una energía fascinante para un tenista parado desde Wimbledon. Nadal, bien lo sabe el vestuario, es mejor que nadie en la adversidad.
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