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Llegados aquí, manda la Copa


Priorizar la Liga o la Copa. Eterno dilema de enero en el fútbol español al que el Málaga no estaba nada acostumbrado. Históricamente, la apuesta en La Rosaleda siempre ha sido clara: "los suplentes hasta que nos eliminen". Hubo algunas opciones de éxito en la etapa gloriosa de Pellegrini, pero el bombo las dinamitó deparando cruces de máxima dificultad ante Real Madrid y Barcelona. Este año el sorteo se mostró mucho más generoso y abrió el camino hacia una tremebunda ilusión alrededor de esta competición.
Después de dar buena cuenta de Deportivo y Levante con los teóricos suplentes, el Málaga se encuentra a un paso de una semifinal 41 años después. Pero el equipo muestra síntomas de fatiga. El Málaga arrancó este 2015 algo falto de chispa y enero le ha deparado una maratón de partidos (jugará un total de ocho encuentros en 26 días). Las lesiones han impedido a Gracia dar descanso a algunos jugadores importantes. Hombres como Rosales, Angeleri, Recio o Samuel han sido titulares en todos los partidos de 2015. Priozar Liga o Copa. El debate, por fin, llegó a Málaga. Y llegados aquí, con 31 puntos en la mochila de la Liga, debe mandar la Copa.
Una final es un hito. Quizás el evento futbolístico de mayor ilusión al que puede enfrentarse una afición. "La final de Copa es el partido más bonito del año", suele decirse. Igual no lo es tanto para quien no la juega. Pero para el humilde no es sólo el partido del año. Puede ser el partido de su vida. Hemos visto legiones de aficiones humildes tomando Madrid, Valencia, Sevilla o Barcelona para una final de Copa. Pero nunca hemos visto una invasión del malaguismo. Nunca hemos visto a 20.000 o 25.000 malaguistas tomar una ciudad bajo la bandera del sueño de una final. Y nunca hemos visto al Málaga poner el 200 por ciento en alimentar sin reservas y sin guardarse nada el sueño de la Copa. Igual ya toca.

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