Se llamó Questra, y lo diseñó Adidas, el proveedor único de los mundiales desde México 1970. Estaba pensado para que los delanteros tuvieran un control perfecto, lo cual se traduciría en que los remates fueran mucho más precisos. Su diseño incluía una capa espuma de polietileno, un material con el cual se consigue una mayor recuperación de energía, lo que hace que sea más controlable. Se utilizaron técnicas de la carrera espacial, tecnología de la NASA y tanto su diseño como su nombre recordaba a las estrellas. La conclusión fue que, a pesar de los sistemas ultradefensivos que imperaban en aquel momento, se consiguió un buen número de goles (121, una media de 2,7 por partido), algunos de ellos espectaculares.
A partir de entonces, los balones de cada mundial no han parado de evolucionar de una forma nunca antes vista. Tricolore, el sucesor del Questra, usado en Francia 98, incluía una capa de “espuma sintética”, un material formado por burbujas de gas comprimido que mejoraba el rendimiento del polietileno, aumentando su durabilidad y su recuperación energética. Su diseño se parecía al anterior, pero con los colores de la bandera francesa, convirtiéndose en el primer esférico a tres tintas de la historia de los campeonatos.
El Fevernova (unión de las palabras 'Fever', es decir, fiebre, en inglés, y 'Nova', un tipo de estrellas muy brillantes que duran muy poco) fue la pelota de Corea y Japón 2002. Su tecnología es similar a la del Tricolore, pero su diseño, según Adidas, fue el más revolucionario desde el Tango. De hecho, el dibujo no aparecía en cada celda (cada uno de los pentágonos y hexágonos que forman su 'tejido') sino que aparece como un sofisticado triángulo que rememora ciertas formas asiáticas.
El siguiente de la lista fue el +Teamgeist, para el mundial de Alemania 2006 (Adidas tuvo que añadir ese “+” para registrar el nombre, ya que la palabra Teamgeist, que significa “espíritu de equipo”, es de uso común en el idioma alemán). Pero ese “+” significa eso, algo más, ya que el salto tecnológico fue importante: por una parte, se convirtió en el primer balón que reducía a 14 las 32 caras que habían tenido las pelotas desde el mítico Telstar; por otra, unía sus piezas por termosellado, haciendo desaparecer cualquier traza de costuras o pegamentos; y por último, introducía un armazón interior de látex y tela, que mejora la distribución de energía al impacto. Como consecuencia, un esférico casi perfecto, impermeable, indeformable y mucho más preciso al golpeo. Un balón que fue desarrollado por Adidas con la ayuda de los japoneses Molten.
La siguiente etapa de esta historia comenzará dentro de un año y pico, y se celebrará en Brasil. Se denominará Brazuca, y su tecnología, que desconocemos, seguramente seguirá sorprendiéndonos.
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