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Los balones de los mundiales de fútbol

 
Aunque no nos lo parezca, el mundial de fútbol de Brasil 2014 ya ha comenzado. No su fase final, que se celebrará en ese año, sino la clasificatoria, en la que, como sabemos, las selecciones se juegan el pase a ese mes glorioso en el que se decidirá el ganador. La fase final de un mundial es un evento estratosférico que sucede a muchos niveles. Además del deportivo, están, por citar algunos, el nivel mediático, el periodístico, el urbanístico, el sociológico, el político y, uniendo a todos ellos, el económico. Pero hay un nivel que, a veces, puede pasar desapercibido: el tecnológico.
Un acontecimiento de esa magnitud tan global suele traer consigo unos avances en tecnología importantes. Retransmitir un encuentro a tal cantidad de países fue un reto desde los primeros momentos. La calidad de imagen, la difusión en color, la presencia de multicámaras o el sonido ambiental fueron algunos de los adelantos que hemos visto cada 4 años. Las ayudas tecnológicas a los árbitros son aspectos más controvertidos que hasta ahora se han implantado muy poco, pero que sin duda veremos en un futuro próximo. Los sistemas informáticos, rápidos, precisos y seguros, capaces de estar actualizados y llevar la información al momento, son retos que parecen ya superados. La seguridad en los estadios, su capacidad, los sistemas de regado y drenaje, son aspectos que influyen en el desarrollo del juego. Y, entre tantos avances, está también el de los balones.
El balón de fútbol es más que un esférico. Desde sus inicios como pelota de cuero hasta el más moderno Jabulani del 2010 en Sudáfrica han pincelado los partidos del deporte rey. Han desatado polémicas, han posibilitado más goles, más velocidad, precisión y espectáculo; han hecho que los futbolistas cambien detalles de sus entrenamientos para adaptarse mejor a ellos. Que se lo digan a los profesionales de esto: los balones son todos distintos, y sus características influyen decisivamente en el desarrollo de los partidos. Por eso, en las próximas semanas queremos desde aquí contar la historia de este elemento esencial, sin el cual, no hace falta decirlo, el balompié sería imposible. Una historia tecnológica con un salto cada 4 años, uno por cada mundial. Dentro de muy poco, empezamos. 

 
 
 
 
 
 
 
 

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