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Es Noticia

Curiosity: la nave más sofisticada de la NASA llega a Marte


No lo va a ver nadie, porque no habrá cámaras. En la era de la noticia global, del periodismo que está en todos lados, la nave más sofisticada que el ser humano ha enviado al espacio intentará aterrizar en Marte ella sola, sin que nadie la esté observando.
Serán 7 minutos de infarto, al menos para el control de la misión de la NASA, que no sabrá si habrá tenido éxito hasta 14 minutos después de que el Curiosity, el robot motorizado, aterrice en la superficie marciana (o se destruya al chocar contra ella).
Catorce minutos-luz es lo que nos separa de Marte. El mismo tiempo que tarda en llegar una comunicación a nuestro planeta. O lo que es lo mismo, los 250 millones de kilómetros que ha tenido que recorrer la nave para ponerse en la órbita del planeta rojo. Por eso, la maniobra de descenso no podrá ser ni guiada, ni controlada, ni tan siquiera monitorizada desde la Tierra: tendrá que hacerla ella sola. Un sistema realmente complejo que hará que la nave se vaya descomponiendo en trozos, utilizando complejísimos sistemas de frenada, cuerdas, ganchos, grúas, el paracaídas supersónico más grande jamás construido y un total de 76 dispositivos pirotécnicos. Todo ello para pasar de 21.000 km/h a solamente 2,7 km/h, evitando una fricción con la atmósfera que hará tener una temperatura de nada menos que 1.600ºC. Y todo ello en 7 minutos.
Un descenso vertiginoso que, si sale bien, liberará en la superficie rocosa, rojiza y llena de polvo, un artefacto de una tonelada de peso. Un rover con 6 ruedas capaz de desplazarse a una velocidad de 90 metros por hora, una minucia en términos terrícolas, pero enorme si se piensa en que estará sola, en un terreno hostil y movido sólo por paneles solares. En su interior, un laboratorio pequeño, pero gigante en cuanto a prestaciones. 80 kg de material científico, 16 veces más que sus predecesores, las anteriores Spirit y Opportunity, que diseccionarán, literalmente, las rocas que vaya encontrando: 5 cámaras, 4 espectrómetros, 2 detectores de radiación y 1 estación de monitorización ambiental.
Dicen que es una misión histórica. Que podría revolucionar lo que sabemos de Marte, e incluso del Sistema Solar. Sus objetivos se agrupan en 4: responder a la eterna pregunta de si albergó vida en algún momento (o si la tiene, aún en forma minúscula, ahora), realizar un estudio geológico, tomar medidas de la climatología, y, lo más importante, diseccionar las condiciones de habitabilidad del planeta, es decir, sentar las bases para futuras misiones y colonias humanas. Todo un reto para una nave que ha costado 2.500 millones de dólares.
El 6 de agosto se resolverá el misterio. Al menos, el de su llegada. Si sobrevive, durante dos años, el Curiosity curioseará por Marte. Lo que descubrirá lo sabremos entonces. 
 

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