Se cuenta por ahí que Steve Jobs, famoso fundador de Apple, es un admirador de los Beatles. Cuando en los años 70 creó su primer ordenador, junto a su amigo Steve Wozniak, le pusieron de nombre Apple I precisamente por amor al grupo, porque desde hacía unos años sus discos los editaba una discográfica llamada así, Apple.
Con el éxito de ambas empresas empezaron los litigios. Apple Corp. -la de los Beatles- demandó a Apple Inc. -la de los ordenadores- por uso indebido del nombre y por copiar el logotipo. El de la empresa de discos es una manzana, verde y de aspecto jugoso, y el de los californianos es otra manzana, pero en este caso mordida, que en su día estaba rellena con los colores del arco iris y que ahora tiene un tono blancuzco.
Las demandas judiciales se saldaron con acuerdos. Nunca estuvo muy claro qué pagó una compañía a la otra. En principio, de todas formas, tampoco era tan complicado: Apple Inc. se dedicaba a la electrónica y Apple Corp. a la música y discos. Sus negocios eran diferentes y sus mercados no se tenían que pisar.
Pero mira por dónde los ordenadores comenzaron a costar menos, se extendió lo de tenerlos en casa y lo de usarlos para la diversión y el ocio, y llegó un momento en el que se empezaron a utilizar también para reproducir música. Apple Inc. se inventó el iTunes y poco después el iPod, y, más tarde, AppleStore, una negocio on-line de descargas en el que se venden canciones. Y hete aquí que otra vez confluyeron, porque, claro, Steve Jobs apunta alto, y si hablamos de coplillas los números uno son ellos, los “Fab Four” de la ciudad de Liverpool. Pero Apple Corp. siempre les dijo que no, que por ahí no pasaban, no porque Jobs les cayera mal sino porque querían sacar más tajada de lo que la tienda ofrecía habitualmente.
El caso es que hace pocos días AppleStore anunciaba a bombo y platillo que, por fin, ya están aquí, que los Beatles se pueden comprar, que el catálogo está completo y que todas, todas sus canciones están disponibles, aunque el precio que hay que pagar, 1,29 $, sea bastante superior a los 0,99 $ que cuestan las de los demás artistas.
Y resulta que se habla de un negocio para Emi, que hace años compró Apple Corp., de unos 100 millones de $. Se dice que supondría solamente el 10% del total que facture AppleStore con la venta de las canciones, que es lo que suele ofrecer la compañía de la manzana mordida a las discográficas con las que trabaja. Si esto es verdad, que no lo sé, estaríamos hablando de 1.000 millones de $ de facturación en total, que dividido por 1,29, que es lo que vale cada canción, sale a alrededor de 755 millones de descargas en total.
Todo esto son sólo rumores, esto hay que tenerlo en cuenta. Pero sirven para dar una idea de lo es hoy por hoy el suculento negocio de la venta on-line de la música. Y sólo hablamos de una tienda, y sólo hablamos de un grupo.
Por eso cuando nos cuentan historias de piraterías, de descargas ilegales, de proteger los derechos de autor y de que el negocio está mal, pues con todo el respeto del mundo, no es que no me lo crea, es que yo lo que digo es que hay formas, con imaginación y talento, de seguir vendiendo mucho aún a pesar de todo eso. Porque si esto lo vende un grupo que lleva 40 años muerto, ¿qué no se podría hacer con los artistas actuales? O igual es que todo es mentira y nos tienen engañados.