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Pitos y flautas granotas

El otro día parte de la afición pitó al equipo.
Carlos Egea Vivó

Chiveli es un amigo de la infancia, bueno de la infancia, de la juventud, de la madurez y de la vida, de los buenos. De esos con los que sudaste la camiseta del colegio, Juan XXIII en Burjassot, algunos feos equipajes en la juventud y algún que otro entrenamiento por los parques o la playa de la ciudad.

Nos unían mil cosas. La música, la risa, la fiesta… y sobre todo el fútbol. Soñábamos con ser Subirats… qué tiempos y cada 15 días como prueba de fe nos acercábamos al Ciudad de Valencia a “sufrir” con el Levante. UD.
Él como homenaje a su tío el inolvidable Joan Monleón y yo como regalo a otro grande, mi padre, que en sus tiempo fue presidente de una peña granota y escuche un millón de veces sus fantásticas aventuras.
Creo que el pase infantil nos costó 50 pesetas pero nos dio libertad para elegir nuestro destino cada 15 mágicos días. Segunda B, Tercera, poca Segunda y mil decepciones se almacenaban en nuestra juventud, pero era salir del campo y una hamburguesa en Pipol nos devolvía la sonrisa.
Chiveli hizo su camino y yo el mío. Pero cíclicamente nos acercábamos y vivíamos con intensidad la amistad. Y siempre aparecía el Levante. Como motivo de recuerdo, de lucha, de pasión, de cariño.
Las cosas de la infancia se magnifican con el paso del tiempo. Los recuerdos se repiten de tantas veces que los nombras. Los goles parecen únicos, los fallos se olvidan. Eso es el Levante, eso y mil aliados contra la norma, contra el olvido, contra la lógica de la mayoría. Eso y sufrir.
Y porque cuento, esto muy fácil. El otro día en un partido vital, parte importante de la grada pitó. Porque no se divertían, porque no ganaban, porque no… y yo aluciné. Porque este equipo hasta la fecha era distinto. No entraba en guerras que no fueran las suyas. No luchaba por imposibles. No quería ser como otros. Es el Levante para lo bueno y lo malo.
Con una historia pequeña en la élite y grande en el infierno. Con muchos directivos que han hecho de la seriedad su forma de vida. Con un gusto por la vida maravilloso representado en los chavales de Levante EDI.  Con la apuesta pionera del fútbol femenino y el fútbol sala. Con la grandeza de ser pequeño ante los gigantes.
Yo nunca pitaría a mi equipo, como nunca pitaría a mi hijo, a la gente que quiero, a mi bandera. Y me enfado igual como se enfada Chiveli pero con nuestra infancia no negociamos porque fuimos felices en la derrota comiendo mortadela y somos felices con el triunfo comiendo angulas.
Y tranquilos que la gente inteligente, y en el Levante hay bastante, aprenderá de los errores, pero que sea en Primera. Ojalá me empache de mortadela y me empiezan a gustar las angulas pero siempre con respeto para el charcutero y el pescadero.
Carlos Egea Vivó

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