De cómo correr más en menos tiempo

A veces, ocurre que los atletas se olvidan de sus principios, si es que alguna vez los llegaron a tener, y deciden que tienen prisa por llegar arriba. 
Arriba no es un piso más, ni una posición en la cama. Arriba es estar en lo más alto del atletismo, volar sobre el tartán y colocarte entre los mejores de España, Europa o del mundo. 

Arriba es el sueño de todo atleta, es la persecución de objetivos en cada entrenamiento, es el martirio en cada lesión.
Arriba es vivir para ello y hay quien, precisamente, quiere y busca llegar antes y más fácilmente que los demás.
El término doping llega a un punto que podría considerarse parte de esas palabras virales que tanto se han puesto de moda últimamente, valga la redundancia. Y es que después de muchas operaciones, poco a poco se va tirando de la manta sin miedo y van descubriéndose, o reafirmándose, nombres que muchos conocíamos, que muchos valoraban e idolatraban, nombres que hoy vuelven a la boca del mundo del atletismo nacional porque NOS han hecho trampas.
Nos han hecho trampas a todos, a mí, a la atleta de Málaga, al saltador de Cuenca, al popular de Sevilla, a mi familia, a su familia, a las marcas, a todos. Incluso a aquellos que ya sabíamos por donde iban los tiros y es que, para bien o para mal, este mundo es muy pequeño y nosotros muy malpensados. Aunque ya lo decían las abuelas “Piensa mal y acertarás”.
Es curioso que durante estos días que están teniendo lugar los mundiales de atletismo en Pekín, un muy alto porcentaje ha estado sancionado y vuelven a estar ahí arriba. 
De cómo una atleta a la que se le da la nacionalización nos engaña 4 veces.
De cómo una atleta sancionada recibe una medalla de bronce del pasado mundial de Atletismo de Moscú al sancionar a otra atleta que quedó en puesto de pódium.
De cómo el doping es para perdedores y de cómo el doping es, tristemente, casi necesario hoy en día para estar ahí arriba. 
De cómo no hacen falta nombres propios en este artículo.
De cómo yo no soy quien para nombrarlos.
De cómo las instituciones tienen que poner fin a esta lacra.
Surreal cuanto menos, que tiemble Gabriel García Márquez.