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El cáncer y el Valencia CF

David Torres

El cáncer es la jodida plaga del siglo XXI. No hay nadie que no tenga un familiar, amigo o conocido que no haya sufrido o esté pasando esta enfermedad. Cuando eres pequeño te apartan de ella, no te dejan saber nada y vives feliz. Sin embargo, cuando te haces mayor, le miras a los ojos, te enfrentas a situaciones dolorosas y tienes que hacer de tripas corazón para ser un refuerzo de las personas enfermas y no una carga más en el proceso de su enfermedad.

Tres cuartas partes de lo mismo le pasa al Valencia CF y a su afición, su entorno, sus dirigentes y ¿por qué no? también a sus periodistas. Somos fascinantes y feroces a la hora de autodestruirnos, de duplicar nuestro poder masivo, de hacer más grande el mal y de postular siempre lo negativo por encima de las cosas buenas.
Llevo semanas meditando si escribía o no del tema. Un tío, una amiga, la madre de otra... la inspiración está ahí, llamándome. La amenaza nos rodea, pero la forma que tienen estas personas de afrontar el proceso y sus fuerzas sacadas de no sé muy bien dónde siempre estimulan la mente de un periodista y te hacen darte cuenta de lo que realmente es importante en la vida y de lo que es una auténtica banalidad.
De esta enfermedad me fascinan dos cosas, lo escribo con odio, no con admiración: Por un lado su capacidad destructiva, su fuerza regeneradora para aparecer una y otra vez haciendo la puñeta al enfermo y la energía que roba a los que la padecen y a los que les rodeamos. Por otro, que es un mal que surge del propio ser, de nuestro propio organismo. Somos nosotros los que tenemos las células que después se vuelven cancerosas y empiezan a atacarnos de dentro a fuera incesantemente. El enemigo está en casa y es más difícil 
Y, aunque por fortuna la medicina ha evolucionado tanto como para hacer más llevadera la enfermedad y erradicarla en un amplio porcentaje de los casos, sus dos malignas características (su fuerza regeneradora y su origen interno) la convierten en un enemigo formidable, difícil de vencer y al que hay que rematar aunque uno esté convencido que ya ha ganado en la batalla. 
Leyendo el libro de Vicent Marco De Categoría, (absolutamente recomendable), que nos define de forma entretenida pero certera a los valencianos, hilé reflexiones y me di cuenta que muchas veces la gente de la 'terreta' somos así, nocivos para nosotros mismos. Tenemos el mal en nuestro interior y eso nos impide hacernos fuertes de cara al exterior.

Los doctores del Valencia CF. (Foto: David González)

Tres cuartas partes de lo mismo le pasa al Valencia CF y a su afición, su entorno, sus dirigentes y ¿por qué no? también a sus periodistas. Somos fascinantes y feroces a la hora de autodestruirnos, de duplicar nuestro poder masivo, de hacer más grande el mal y de postular siempre lo negativo por encima de las cosas buenas -muchas o pocas- que suceden. Para empezar, muchos tildarán este discurso de populista, blando o afecto al poder, cuando en realidad lo que pretende es, pues así lo he aprendido de los enfermos de cáncer, darle valor a lo positivo. La actitud en estos casos es casi tan importante o más que la aptitud.
Tras una temporada nefasta deportivamente hablando es difícil pedirle a nadie que sea positivo. Es más, como sucede con una enfermedad como el cáncer, estoy convencido que la solución pasa por atacar de frente al problema, por erradicar las células afectadas -los jugadores que sobran- pero con cuidado, porque el peligro de expandirlo a otros ámbitos del club, o del valencianismo siempre existe. El negativismo no puede nublarnos tampoco el criterio ni el enfoque.
Y lo escribo hoy, despúes de ganar en Barcelona que siempre es un placer aunque eso no sirva para empañar. Peter Lim y Layhoon no han sido los mejores médicos para diagnosticar la enfermedad valencianista hasta la fecha. Comenzaron destinando los fondos necesarios pero eso no basta si no aciertas con los especialistas y la terapia. Ahora, con Suso García Pitarch al frente del caso el enfermo tiene mejor pinta.    
No lean esta columna como una forma frívola de acercarse a una realidad dolorosa para muchos, sino más bien como mi forma de decirle a los que lo padecen que sé lo que sufren y que estoy a su lado cuando lo necesiten. Vale también para el valencianismo. Así que, desde el refuerzo positivo que significa ganar en el Camp Nou, dejemos a los médicos hacer su trabajo. La temporada 2016-17 está a la vuelta de la esquina. Feliz semana.
David Torres
Delegado ElDesmarque Valencia 

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