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El tiempo pasa y nunca vuelve

David Torres

Mi hijo Víctor ya no me da la mano cuando nos acercamos al colegio. Se sonroja cuando le hablo de chicas y, vestido de persona, parece un hombrecito. El tiempo ha pasado se hace mayor y su primera infancia se me escapa entre las manos. 

No es que me dé pena que crezca, al contrario, me hace muy feliz. Por eso, me he propuesto firmemente aprovechar cada minuto con los míos porque, como siempre me dice mi madre, el tiempo es lo único que nunca vuelve. Es mi reto para ya, disfrutar junto a ellos, en especial junto a mi hijo, del presente y de lo que nos pueda deparar el futuro, eso sí, aprendiendo de los errores cometidos para no repetirlos. 
Pensaba en ello volviendo a casa el domingo por la noche, después de la derrota contra el Atlético. El Valencia no termina de engancharse y no sé hasta cuando vamos a tener que esperar para que Peter Lim (Meriton, Layhoon, Jorge Mendes y compañía) tomen algunas decisiones deportivas necesarias. El tiempo pasa y el equipo no funciona, el entrenador tiene mando y la confianza del dueño, pero no resuelve, no encuentra la solución a los problemas de su equipo. La tibia defensa de Layhoon argumentando que Nuno era el mismo que había devuelto al equipo a Champions el día que anunció la capitalización de 100 millones de euros, ya no vale. Se queda corta. El tiempo pasa, mi hijo se hace mayor, los problemas (deportivos) en el Valencia crecen (Negredo, rotaciones incomprensibles, falta de gol, gestión de jugadores) y no parece que haya nadie dispuesto a dar un puñetazo sobre la mesa y resolverlo.
El equipo 'trampea', gana con apuros y no convence (contra el Gent, por ejemplo), no se engancha a la Liga y contra los rivales de "su" competición no da la cara. Se agota y no llega. La autocrítica de Nuno en la sala de prensa tras la derrota ante el Atlético es un principio, pero no es suficiente.

Aprender del pasado

Pero que el tiempo no vuelve es un pensamiento que me lleva agitando toda la semana. Así lo pensaba el sábado repasando el primer año con Peter Lim. Estaba desayunando en casa con mi hijo y, mientras le reprendía por enésima vez algo que no estaba haciendo bien, echaba la vista atrás y me daba cuenta que en el Valencia no pasa algo similar. Han pasado doce meses y aún contemplo como hay debates en el valencianismo que no hemos superado, que nos siguen haciendo daño, que no nos permiten crecer. Todavía no hemos aprendido las lecciones que el cambio accionarial ha provocado en el club y, por ende, en nuestras vidas. 
Un servidor se compromete a dejar de pensar ya si hubiera sido mejor no vender y refinanciar la deuda. Me niego a considerar si había otras ofertas creíbles además de la de Lim. Me he prohibido echar de menos los tiempos de los Consejos de Administración multitudinarios, del Valencia en boca de todos socialmente hablando.

Disfrutar de lo bueno, reprender lo incorrecto

En cambio, como el tiempo no vuelve, me he propuesto firmemente disfrutar de la expansión del club, de la internacionalización -ahora cuando uno va a las oficinas saluda más en inglés que en valenciano-, y observar con calma la apuesta de Meriton por jugadores jóvenes, a mi gusto demasiado caros, demasiado tocados por la varita de Jorge Mendes y que no están funcionando, antes de emitir un juicio definitivo.  
Quiero pensar que este panorama (el social, el económico y el deportivo) es el peaje de crecer, de hacerse mayores, de haber cambiado de manos, de la infancia que se nos escapa. Por que en la educación, en el crecimiento, no siempre estamos de acuerdo por los derroteros que eligen nuestros hijos. Hay y habrán cosas que haga mi hijo Víctor que no comparta, que no entienda, pero habrá otras que incluso consiga hacerlas mejor que lo que yo le he podido enseñar.  
Este planteamiento vital no significa que no lo reprenda, que no lo critique o cuestione cuando haga algo que no toca (a Víctor y al Valencia en su vertiente deportiva), pero será siempre desde el costado, desde su lado, nunca desde el enfrentamiento, y siempre dejándole crecer y llevar la iniciativa. El tiempo pasa y no vuelve, por eso, hay que tratar de aprovecharlo al máximo. Feliz semana.
David Torres 
Delegado ElDesmarque Valencia

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