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El santo día en Sevilla


Cuando un gran escritor fallece, no muere. Sus lectores se apresuran a rescatar los textos que de él conservan en su memoria, que tiempo atrás les marcaron. A veces están tan límpidos que ni siquiera hay que desempolvarlos. Es imposible, por tanto, que hombres como José Luis Sampedro nos abandonen: por más que el gran humanista catalán dejase de respirar en la madrugada del lunes, su legado, su obra, nunca expirará. Quién sabe si algún día el propio Sampedro regresará a la Tierra en su astronave, como hizo en 1987…
'Aquel santo día en Madrid' es el título de un relato que escribió ese año para su tribuna en el diario El País. En él cuenta cómo, procedente de otro planeta, decidió investigar sobre la evolución del sentido religioso en España. Se detuvo en la capital y allí, un domingo, día santo, se dejó guiar por la colectividad hacia lo que pensaba era una ceremonia religiosa. En realidad, lo era. Salvo que el templo, los símbolos, los sacerdotes, los fieles, los ritos, las oraciones, el objeto del culto no tenían, en absoluto, nada que ver con la tradición: la masa se dirigía a un estadio a presenciar un encuentro de fútbol.
Sirvan estas líneas no sólo como humilde recuerdo al autor barcelonés sino también —de lo contrario, poco sentido tendría en este blog— para trasladar ese escenario, la representación narrada, a la capital hispalense, que tiene uno de sus días santos este viernes con la disputa del derbi entre el Betis y el Sevilla. Los primeros ejemplos no han tardado en darse. Si grande es que los béticos hagan cola en el Benito Villamarín para comprar sus entradas, tanto o más lo es, en este caso, que los sevillistas trasnochen a las puertas del Sánchez Pizjuán con el mismo fin.
La nueva religión, que decía Sampedro, en la que "los sacerdotes emergen desde una cavidad subterránea y ofician con el pie".
Sevilla sale de la Semana Santa y encara la Feria de Abril. Y en medio, un derbi apasionante que sólo lo entiende quien lo vive. Un derbi que, además, tiene un acentuado tono revanchista, por el cruel castigo al que los verdiblancos fueron sometidos en Nervión. 145 días después, el Betis quiere expiar aquella culpa que sufren especialmente sus aficionados regalándoles la más dulce de las victorias. Para el Sevilla, la gravedad es mayor, pues sus aspiraciones europeas pasan por imponerse en Heliópolis. El triunfo, por lo que representa, sería especial, pero es la urgencia la que mueve en realidad a los de Emery.
"Hacia esa orientación atendían las mentes ciudadanas en su mayoría, bien meditando sobre el culto, bien preparándose con la lectura de Prensa especializada o cambiando impresiones sobre los actos del santo día", escribió Sampedro en 1987. Y eso que los arroyuelos humanos de los que él hablaba no eran verdiblancos ni blanquirrojos, que no le tocó sentir los nervios y el entusiasmo con que en Sevilla se vive este día santo que está ya a la vuelta de la esquina.
 
Pueden leer el relato de José Luis Sampedro pinchando aquí.
 

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